http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-2451-2006-10-05.html Por Roque CascieroLa traducción de Behind the Stones es “Detrás de los Stones”. Y detrás de los Stones, en esta parte del mundo, hay tribus de adolescentes vestidos con jardineros y pañuelitos al cuello, flequillos varios, remeras con la lengua más famosa, cincuentones canosos que recuerdan aquellos años de gloria, los Ratones Paranoicos y su herencia, la cancha de River a pleno en doce noches inolvidables, damas de todas las edades que sueñan con los contoneos de Sir Mick, la mansión del Four Seasons rodeada de chicos que esperan avistar a Richards aunque llueva a cántaros, Jagger con la camiseta blanquiceleste y una pasión que puede llegar a la locura desbordada. Todo eso está reflejado en Behind the Stones, el documental dirigido por Fernando Portabales y producido por EBTV, que DirecTV estrenará hoy a las 20 y a las 22 (repite mañana y el sábado en el mismo horario; y el domingo a las 20) por su canal 999.
El programa, de poco más de una hora de duración, es el perfecto souvenir del tramo sudamericano de la gira A Bigger Bang, que complementa los DVDs pirata con las actuaciones en Copacabana y en River que ya atesoran los fans de todo el mundo. En Behind... no se ve tanto a los Stones en sí como lo que la banda generó en su paso por Río de Janeiro y Buenos Aires. Y si el tramo brasileño del programa resulta atractivo por las imágenes del show en la playa, el calor y el delirio de los fans argentinos le pone un condimento muy especial a la segunda parte. Entre los testimonios de periodistas, historiadores, filósofos, sociólogos, empresarios, músicos (Los Piojos, Ratones, Las Pelotas y La 25) y fans se conforma una explicación posible (o varias) para la stonemanía que habita en la Argentina. Con abundante material de archivo y un guión leído por Diego Ripoll, más que proponerse revelar grandes secretos sobre lo que lo que los Stones hicieron aquí en esos días de febrero, el documental los repasa con una minuciosidad que provocará que a más de uno se le piante un lagrimón nostálgico. Y que quede flotando la eterna pregunta: ¿volverán?
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