DJ no se nace
El mundo de la mezcla se está profesionalizando. La actividad de mixturar sonidos se aprende en aulas, con programa académico, cuerpo docente y exámenes que incluyen aplazos.
Por Javier Aguirre
Atención: el perfil del DJ está cambiando. El aspirante a pinchadiscos o a “hacedor” de música electrónica pronto ya no será más el de un solitario e intuitivo y autodidacta, ni podrá sufrir acusaciones de improvisado por parte de quienes tengan una formación musical más tradicional. En la Argentina, la actividad del DJ se enseña y se aprende en aulas, con programa académico, cuerpo docente, exámenes y toda la esperable retórica escolar. Es el caso de la Escuela Sónica, que ya va por su sexto año lectivo para su carrera de Producción Musical en PC y para su batería de cursos afines (DJ inicial, DJ avanzado, DJ de Scratch y Hip Hop, Manejo de Editores de Audio, Grabación en Home Studio, Masterización, Mezcla). “A mí me permitió escuchar la música quizá de un modo más matemático; aprendí a escuchar los temas no como un todo sino como una suma armónica de varios elementos y a entenderla un poco más en profundidad”, explica la DJ Flor Martínez (www.myspace.com/flormartinezz), egresada-estrella de la escuela, y ganadora de la última South American Music Conference.
Sin embargo, la idea de un aula llena de estudiantes de música dance está peligrosamente cerca de imaginar una “locademia” de DJ. Alguien podría levantar esas banderas que asocian alegremente la idea de “DJ” a la de “chanta”, hacerse el pícaro y preguntar si en la currícula están incluidas “Recibimiento de Groupies en Cabinas II”, “Teoría y Práctica del Downloadeo de Antivirus” o la materia-filtro “Principales Corrientes del Loopeo del Gritito ‘Uh, Yeah’”. “Uf, prejuicios dentro del mundo de la música hay miles; y no sólo entre el rock y la electrónica”, se fastidia Flor Martínez. “Es cierto que muchos DJ se limitan a ‘pasar música’, pero muchos tocaban instrumentos tradicionales y los abandonaron porque la música electrónica les resultó mucho más versátil.” Y agrega: “Igualmente, hoy en día ya no está tan marcado el prejuicio como hace un tiempo. Hay bandas de rock electrónico, como 2020 o LCD Soundsystem, y músicos de rock que incorporan elementos electrónicos en sus discos, con Gustavo Cerati y el Indio Solari a la cabeza”.
“Cuando el prejuicio invade, muchas veces se habla mal y sin fundamentos”, interviene el productor Alvaro Obregón, otro egresado de Sónica, que actualmente reside en España. “Pero una cosa hay que saber: el DJ no interpreta ni ‘toca’ música, sólo la reproduce con cierto estilo”, aporta quien fuera ganador de la Red Bull Music Academy, edición 2006; y amplía: “La música electrónica no es música hecha como la que toca un guitarrista con su banda de rock, claro que no, pero seamos conscientes de que mucha de la música electrónica está producida por una persona, y esa persona ha diseñado el bajo, la percusión, los pads, la melodía, la armonía, los acordes y todo, abarcando con su producción un amplio espectro de la música”. Fin del momento polémico.
De manera similar a la que ocurre en otras escuelas privadas (de otras disciplinas menos nuevas y, por tanto, menos permeables al prejuicio), el estudiante de DJ, al egresar, cuenta con ciertas ayuditas, que bien podrían ser comparadas con tutorías o tesinas. Por ejemplo, la realización de algunas fechas, organizadas por la escuela, para que el estudiante tenga su debut oficial pinchando en público. O como la edición de discos de los egresados, a través del sello virtual de Sónica, cuyo catálogo ya suma 17 trabajos (en www.escuelasonica.com.ar).
Flor Martínez sabe que —también para los DJ— el camino del saber es infinito. “Nunca voy a decir: ‘Listo, ya sé todo lo que puedo saber’. Hoy uno dispone de muchas más herramientas que hace cinco años. Seguro que seguirán saliendo cosas nuevas, y si uno quiere estar al tanto, hay que aprender todo el tiempo.”
Más allá del debate sobre los elementos artísticos que hacen a un DJ, el dato que surge es que una escena tan cambiante como la electrónica ya empieza a proponer métodos de capacitación y técnicas de trabajo. Y ojo: si bien los 570 inscriptos que tuvo Sónica para su primera cursada 2007, o el hecho de que sus tarifarios de matrículas aparezcan publicados en pesos, dólares y euros, puedan inducir sólo a mirar la parte de negocio que hay detrás de una escuela privada, también es simplista ser más pappistas que Pappo.
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