La originalidad es una de las virtudes más deseadas por los artistas y a su vez, una de las más aclamadas por el público. Un músico con la capacidad de crear su propio sonido será fácilmente reconocible y apartado del abstracto tumulto de candidatos a la cima.
¿Y de donde nace la originalidad? ¿De la calidad técnica? Claro que no. Solo entren a internet y lo comprobarán. Hoy en día, es muy común encontrar en sitios como YouTube a un número absurdo de personas que pueden interpretar piezas tan difíciles como exquisitas. Desde las más prestigiosas sinfonías clásicas hasta obras de la cultura popular. Si bien estas habilidades son loables, le duela a quien le duela, es más de lo mismo. Pero “ojo”, es una gran herramienta que deben atesorar (recuerden esto), porque la habilidad técnica es un gran comienzo para alcanzar la iluminación artística.
Volvemos a nuestro cuestionario ¿La originalidad nace simplemente de hacer algo completamente diferente? Si y no. Si porque, como dije antes, uno de los efectos principales que produce esta virtud es la distinción, pero crear un sonido diferente es más sencillo de lo que parece. Basta con tener una computadora a mano y estar atento a todo nuestro entorno (También sirve estar un poco mal de la cabeza). De repente, todo su mundo se convertirá en música. Juntando muchos sonidos locos uno puede crear algo semejante a la música, que por definición es “la combinación de melodía, armonía y ritmo…”. Pero he aquí el limitante, nadie va a sentarse a escuchar esta clase de cosas, y usted dirá “¿Qué importa? Ya es algo diferente” Pero pasa que la originalidad también es buen gusto y la música es “La combinación de melodía, armonía y ritmo... agradable al oído. Yo podría crear samples con ruidos de cerdos comiendo basura y gritos de trovadores sobre una base de tecno house, pero sería la creación mersa por excelencia… Y no sería música.
¿Y si combinamos sonidos agradables? Esto lo resuelvo con una analogía culinaria: La milanesa a la napolitana es un manjar de los dioses y las naranjas son una fruta exquisita, tómense un licuado de eso y después me cuentan.
Entonces ¿Cómo alcanzamos el nirvana creativo?... ¿Se acuerdan que al principio hablé de ‘herramientas’? Bien, este es un gran primer paso. El virtuosismo técnico es importante para poder llevar a cabo nuestra originalidad. Porque esta virtud se desarrolla en la mente, no así en las manos. Para poder llevar a cabo nuestras ideas, nuestro cerebro debe transmitir con la mayor claridad posible las señales a nuestras extremidades. Ser un buen interprete y tocar mucha música ajena (cuanto más excelsa, mejor) nos preparará para el futuro. Cuando nuestras ideas comiencen a fluir, debemos procurar que el aspecto motriz no será un limitante. El ejemplo más básico de esto es la velocidad. Si en mi cabeza yo me imagino un solo de guitarra de 300 notas por minuto, pero mis manos solo soportan hasta 150 notas por falta de práctica, aquí nos encontramos con un impedimento técnico.
Acá quiero hacer un breve paréntesis. Hay millones de obras que no necesitaron de mil notas por segundo para ser increíbles y desbordantes de talento (saludos Sr. Gilmour), que quede claro que lo anterior fue un mero ejemplo. Aspectos como la sensibilidad o el tono pueden convertirse en fuentes que determinen un éxito para una obra o hasta una carrera completa.
La segunda “herramienta” que deberíamos trabajar es nuestro conocimiento, no solo musical, sino general. La manera más sencilla que concibo es leyendo, escuchando y recorriendo mucho, simplemente ser atento y percibir de manera activa. Si hablamos de música, uno debe escuchar la mayor cantidad de géneros y con el menor prejuicio posible para poder nutrirse de todas sus cualidades. Mucha música nos abrirá un abanico de posibilidades cuando posteriormente nos sentemos a componer. Se trata de invertir nuestro tiempo en ampliar nuestra finura. Debemos estar atentos a la gran cantidad de sonidos, matices, armonías, melodías, ritmos, atmosferas, palabras, cadencias y un largo etc. Que nos servirá para aplicar posteriormente a lo nuestro. Tenga en cuenta que su cerebro procesará todos los estímulos de manera impredecible, luego lo visitarán musas en momentos inoportunos, por lo que no es mala idea tener una libreta o grabadora para poder archivar dichas ideas (No podemos prescindir de la fortuna, Maquiavelo)
Nuestro tercer paso será robar ¿Robar? Si, robar. Yo sé que suena mal, pero primero dejen que les explique. Nuestro cerebro no conoce más allá de lo que experimenta, y nuestra experiencia son todos estos artistas que hemos “recolectado” a lo largo del tiempo. Claro que debemos ser inteligentes y poco obvios. Si intentamos tomar melodías, armonías o ritmos de a pedazos, de manera descarada, quedará en evidencia no solo nuestra poca creatividad, sino también nuestra estupidez. Las dosis de inspiración que un músico debe extraer del arte son más sutiles, como por ejemplo un tono, una nota, un pasaje, una temática, una atmosfera o hasta un sentimiento. Nótese que muchos de estos aspectos anteriormente mencionados pueden ser tomados de sitios ajenos a la música, como la literatura o un paisaje. Usted debe ser audaz a la hora de combinar dichas dosis hasta ensamblarlas en un producto novedoso y a la vez exquisito. Esa es, para su servidor, la verdadera originalidad.
Por último, quiero dejarles muy en claro que originalidad no es complejidad. Uno puede ser una persona de ideas simples pero poderosas. Tal vez su fuerte no sea tocar a la velocidad de la luz, pero posee letras inteligentes, armonías extravagantes o energía dinámica. Sepa que un pequeño aspecto puede cambiarlo todo y ser simple es más complicado de lo que parece.
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