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El estereotipo del rapero no solo incluye tatuajes, cadenas de oro y
zapatillas llamativas, sino también una actitud arrogante y altanera. Es
una pose, claro, pero hasta Dante Spinetta entra en ese juego sin darse cuenta, cuando dice que últimamente se empieza a sentir un maestro y un pionero de la música urbana.
"¡Hace 32 años que hago música, bro! Llegué a un nivel de funk en español que no se alcanzó antes, ni siquiera con Kuryaki. Mantengo la humildad y sigo aprendiendo de los nuevos artistas y de los de antes, pero sé qué lugar tengo y me hago cargo".
El detonante de sus palabras es una charla sobre su reciente álbum solista, Mesa dulce, lanzado hace un mes y con singles previos como los poderosos hits El lado oscuro del corazón y Sudaka, este último junto a Trueno.
Y fue justamente el rapero de 20 años quien hace poco invitó a Dante a
sus shows en el Luna Park y lo presentó diciendo que era un auténtico
pionero.
"Es uno de mis raperos favoritos," cuenta Spinetta. "Con todos estos artistas con los que alguna vez colaboré, como Duki y Neo, hay una admiración mutua. Aparte, cuando yo arrancaba rapeando en la época del disco Pirámide, había poco rap, que casi no tenía lugar en el mainstream y no había una nación urbana como la de hoy"
Y agrega: "Me pone muy orgulloso ser parte de esa genética, de esa evolución. Con Kuryaki fuimos los primeros en poner la palabra 'rap' en la tapa de los diarios, y los pibes me lo reconocen y eso es muy lindo".
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Dante Spinetta con Trueno, con quien grabó el tema "Sudaka" y luego cantaron juntos en el Luna Park. |
El largo camino a "Mesa dulce"
Hijo del legendario Luis Alberto Spinetta, Dante comenzó a hacer
música desde muy chico. A los 12 años integró el grupo Pechugo, grabó el
hit El mono tremendo, cantó en vivo en conciertos de su padre y a los 14 años formó junto a Emmanuel Horvilleur el dúo Illya Kuryaki & The Valderramas, que en 1991 lanzó su primer álbum.
A lo largo de la siguiente década, los Kuryaki se convirtieron en
pioneros e influencia clave de la música urbana de Latinoamérica, con
grandes giras, hits de dimensión continental y discos que hoy son
clásicos, como Chaco, Versus y Leche.
Dante luego profundizó a solas su pasión por el hip-hop, funk y R&B, ganó premios Gardel y fue nominado a los Latin Grammy.
Dante asegura que Mesa dulce será un paso importante en su carrera: “Este álbum es una celebración y es un agradecimiento a la vida, al sonido y a la música.
Me jugué por hacer lo que sentía: música real, tocada por músicos
increíbles. Lo quise hacer intenso y lo más real posible. Es mi quinto
álbum solista y creo que es el que más me representa”.
Fue grabado y mezclado en el famoso estudio de su padre, La Diosa
Salvaje, y cuenta con arreglos de vientos de Michael B. Nelson, el mismo
que trabajó muchos años con Prince.
“En este disco -explica- está haber tocado con Bootsy Collins, está
haber cantado con Stevie Wonder, y está haber tenido a mi padre haciendo
canciones increíbles al lado mío. Está toda esa enseñanza de la vida,”
concluye.
"Tengo una buena expectativa"
-Cómo ves el disco y el lanzamiento ahora, con un poco de perspectiva, un mes después?
-Está todo muy fresco, pero estoy muy contento con la primera
recepción y la primera mirada de la gente. Es muy bueno todo lo que está
pasando, así que tengo una buena expectativa.
-Habrás sentido algo similar al lanzar otros discos, pero a éste lo ves más contundente.
-Sí. Es un disco donde atravesé muchas cosas en lo personal. Lo
empecé a hacer en el medio de la pandemia, después de parar de grabar.
Luego se enfermó mi vieja, así que paré totalmente de componer y me
dediqué a estar con ella hasta que falleció. Recién cuando recuperé el mood y las ganas pude volver al disco. Solo faltó escribir algunas letras y cantar las voces, porque la mayoría eran del demo.
Me pude meter de lleno una vez que recuperé la fuerza para hacerlo
con la energía y la sensación de celebración con la que fue generado.
También es un agradecimiento a los padres que tuve, así que fue celebrar
el don de la música y estar haciendo música. Siempre quise sonar como
en este álbum, y recién ahora lo pude hacer con el know-how de saber cómo hacer un funk y hacerse cargo y jugársela más que nunca.
"Simplemente es música bien hecha"
-¿Tenías algún rito de escuchar los discos con tu padre o tu madre al terminarlos?
-Obviamente siempre le he mostrado el laburo a mi viejo y a mi vieja,
y se lo voy a seguir mostrando desde mi alma. Son cambios de forma,
pero el amor sigue ahí y sigue ocupando el mismo lugar. Esas personas
siguen teniendo su lugar en mi corazón y puedo entender cómo pensarían
al escuchar los temas.
-¿Por qué lo llamaste "Mesa dulce"?
-Para mí la mesa dulce es el mejor momento de la fiesta, y fue hecho
desde el mejor momento de mi carrera musical. Sinceramente, no es un
disco que dé tendencia, sino que simplemente es música bien hecha, y eso
es lo que me motiva para seguir generando, seguir creciendo, seguir
aprendiendo y tratar de sonar cada vez mejor.
-¿Cómo surgió el concepto general?
-Me gusta fluir con el momento y todos los momentos son diferentes.
Es un disco que desde el momento en que lo empecé a hacer sabía ue iba
ir por ahí. Cuando estaba empezando, le mostré los demos a un amigo y se
quedó callado y me dijo, “¡Dejate de joder, vos sos vos! Te voy a hacer
una analogía del fútbol: vos atajás bien y te ponés en el arco y tenés
oficio, pero te tenés que poner la 10 y hacer los goles. Y acá es donde
estás brillando, porque hacés algo que ninguna otra persona en la región
puede hacer. Tenés un lugar que es único y es muy vos”.
-Armaste una gran banda, una vez más.
-¡La música del disco está grabada en dos días, en dos sesiones de 12
horas donde la banda tocó toda la música y no hubo corrección, con una
toma mejor que otra! Cruzarme con los guerreros indicados es un logro
también.
Los grooves los grabé con Matías Méndez en el bajo, Pablo
González en batería y Axel Introini en teclados. Después, para los
vientos, llamé al que más me gusta, a Michael B. Nelson, que para mí es
el número uno y me devolvió esa parafernalia de vientos letales de
Minneápolis. Y Claudio Cardone hizo los arreglos de cuerdas en Ridículos y Primer amor, un lujo.
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