A 23 años de la muerte de Joey: por qué Ramone y otras curiosidades del rey del punk

Su traumática infancia. El bullying en la escuela. Su precaria salud. La redención a través del rock y el por qué de su nombre. La idolatría en Argentina y los 20 años sin hablar con el guitarrista Johnny Ramone. Jeffrey Ross Hyman, conocido como Joey Ramone, nació el 19 de mayo de 1951 en el seno de una familia judía de Forest Hills, Queens, Nueva York, hace hoy 73 años. Un dato que pocos conocen, es que al nacer, tenía un teratoma adosado a la columna vertebral, por unfeto de un gemelo que no había terminado de desarrollarse. Se lo removieron con una cirugía. Pero nunca dejó de tener problemas físicos y psicológicos por aquel tumor extraño. Los seguidores de Ramones -banda pionera de punk rock que Joey integró entre 1974 y 1996 Jeffrey era un muchacho introvertido y solitario, de 1 metro 98, flaco y desgarbado, ojos miopes saltones, anteojos de muchísimas dioptrías y dentadura asimétrica. La futura estrella estudió en el Forest Hills High School, donde sufria bullying. Sus padres se

infierno 18 crece, ¿que te parece?

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-2624-2007-02-09.html
Por MARIO YANNOULAS


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Sergio rocía desodorante por debajo de su remera, y repite la acción sobre la axila de Tomás, que habla por teléfono. Los chicos (nunca mejor puesto) de Infierno 18 se toman con paciencia el verano porteño y se disponen a presentar un disco tan nuevo como 2007. Se trata de ¿Estás lista para esto? que, casualmente, comienza con un tema llamado Enero, una oda a la euforia vacacional, la arena y el mar. Seducidos por la interminable búsqueda de un sonido mejor, confiesan que el punk-core, la aleación que siempre fue su columna vertebral, los está llevando hacia un punk más melódico, “más tipo californiano”, según Nikko Taranto (batería).

De ser tres purretes contestatarios de doce años que rebautizaban Malos Aires a la Capital Federal y que sorprendían sonando ajustados a tan corta edad, hoy están a un paso del carnet de conducir: Tomás Taranto (guitarra y voz) y Sergio Munich (en las cuatro cuerdas) ya terminaron la secundaria y Nikko espera un año más, pero Infierno 18 ya lanzó su tercer disco, el primero firmado por una multinacional. Fieles exponentes de una nueva generación, su álbum está auspiciado por marcas de equipos, instrumentos musicales, ¡y casas de ropa!

Dicen en su página de Internet cuánto les gusta masturbarse, eligen como drogas favoritas a Burger King y la leche chocolatada, reivindican las porno de Silvia Saint, las de la Coca Sarli y las francesas de I-Sat, y el número en el nombre surgió porque Infierno ya estaba registrado en una casilla de mail. “Si pensás lo del nombre es patético, pero es real. Somos pibes de 17 años y apuntamos a un target joven”, dice Nikko.

A diferencia de los dos discos anteriores —Malos Aires (2002) y Efecto secundario (2004)—, la temática político-social parece quedar un poco al costado y las letras aparecen más empapadas de explosión hormonal. Tomás dice: “Es más sentimental, aunque tratamos de que no fuera sólo romanticismo, hablamos del divorcio o la pérdida de un ser querido. Los discos anteriores tenían una mirada más social porque era lo que sobresalía en ese momento, reflejan la perspectiva de pibes de 12 años que veían que a sus viejos les costaba mucho llegar a fin de mes. Ahora se está un poco mejor, y también por la edad empezamos a escribir de las cosas que nos pasan, es una mirada más adolescente”.

Curtidos desde la cuna, mamaron el rock de sus padres en sus casas y eso les permitió saber qué quieren de sus vidas desde hace al menos seis años. “No queremos ser un grupo más sino llenar ese huequito que hay acá en el punk melódico, como Green Day o Blink 182 en Estados Unidos”, explica Nikko. “Hay bandas que te introducen al rock, y creo que Infierno puede ocupar ese lugar, que en la Argentina viene siendo muy precario. Hoy el rock argentino está impregnado de cosas que no lo son, hay mucho ritmo latino y nosotros queremos mostrar el otro lado, lo que creemos que es este ritmo”, subraya Sergio.

Reclutas de una generación quizá más consciente de algunas cosas, plantean la “desfutbolización” del rock como premisa para el crecimiento de la cultura rockera en su conjunto. “Tal vez la rapidez con la que pasó todo hizo que surgieran normas tan rígidas: hoy o metés mil personas o tocás en tu casa. Sería bueno que las bandas fueran más responsables, el público más consciente, que los lugares te den seguridad y sean cálidos, que no tengan olor a mierda, y que el gobierno tampoco se ponga en pelotudo y te diga que no podés ir a un show porque tenés 13 años. A veces querés tocar en algún lugar y te dicen: ‘No, pero ustedes hacen rock pesado’. Lobotomía a esa gente. Queremos que al show de Infierno pueda venir toda la familia”, cierra Tomás.

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