Fernando Ruiz Díaz: música como terapia luego del ACV

Fernando Ruiz Díaz, líder creativo de Catupecu Machu, compartió recientemente detalles sobre su recuperación tras sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) el 15 de febrero de 2024. Con valentía, reconoció que el proceso de recuperación fue una verdadera montaña rusa emocional, pero subrayó que la música fue su mejor medicina: “hacer música fue mi mejor terapia”, declaró en la entrevista La música como clave de sanación Más allá de los tratamientos médicos formales, Fernando apostó por el arte como herramienta curativa. Señaló que componer, tocar y crear música no solo le devolvió fuerza física, sino que también le ofreció estabilidad emocional durante los momentos más difíciles. La música, explicó, le permitió reconectarse consigo mismo y enfrentar las fluctuaciones internas tras el ACV . Emoción en subebaja constante Durante su recuperación, el músico describió su estado anímico como una montaña rusa emocional . Admitió que, incluso en medio de la calma, aparecían olas de incertidum...

P.A.D.R.E.S.

DOCUMENTAL: "LOS PADRES DE LA PLAZA"

Generación P.A.D.R.E.S.

A 30 años de la formación de "Madres", y después de que H.I.J.O.S. copara la militancia, una película investiga que pasó con los grandes ausentes de la historia oficial. 

 Txt. Nicolás Artusi.

 

 

 

Estaban pero no estaban": la contradicción plantea dudas tan prácticas como existenciales y busca encontrarles un lugar a los grandes ausentes de la historia oficial. A treinta años de la fundación de Madres, y después de que los H.I.J.O.S. coparan la militancia reciente, ¿qué pasó con los Padres de la Plaza de Mayo? "Estaban pero no estaban", repiten Joaquín Daglio y Juan Vitale, realizadores de Los Padres de la Plaza, un documental que indaga en la figura anónima del "marido de". Estos padres de desaparecidos resignaron la exposición pública pero no aflojaron en la lucha privada por recuperar los cuerpos de sus hijos: "A nivel social se oye la pregunta: ¿Hubo Padres?'", dice Juan: "Se nota su ausencia". Si el mito del padre ausente pudo haber sido una de las convenciones más trilladas de la pedagogía de entrecasa, acá resultó una decisión casi táctica: "Al principio, les pareció que a los militares les sería más difícil reprimir a las mujeres, y tuvieron razón", explica Joaquín. "Esperaban a sus esposas en la Recova de Paseo Colón, cerca de la Plaza". Pronto las Madres impusieron sus pañuelos blancos como símbolo universal, y cuando ellos intentaron formar la asociación "Padres", las diferencias los distanciaron. "Las Madres, por nuclearse, hicieron su catarsis y construyeron un discurso propio: supieron qué decir", distingue Juan. "A los Padres todavía les cuesta hablar". En el cine, mientras películas como Los rubios o M fueron en busca del tiempo perdido (personal o doméstico), Los Padres de la Plaza irá por una cruzada colectiva. "En estos treinta años de dolor y búsqueda, la figura de las Madres fue creciendo y convirtiéndose en un símbolo para muchos. En cambio, los padres fueron quedando en la sombra, casi como si no existieran, y sabemos que no fue así", defiende Estela de Carlotto, presidente de Abuelas, que bendice el documental en producción. Si madres y padres compartieron un sufrimiento infinito ("pasaron por todas las variaciones posibles del dolor", afirma Joaquín), también lo vivieron diferente: "Ellas tienen presente qué se hizo con la ropa del hijo o cuál era su número de teléfono cuando desapareció. Ellos no se acuerdan", diferencian los directores. "Tienen la edad de nuestros abuelos: había mucho cariño, pero no tanto código. Y ya con 80, tardaron tres décadas para poner en palabras la cuestión más difícil: sus pesadillas".

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