A 23 años de la muerte de Joey: por qué Ramone y otras curiosidades del rey del punk

Su traumática infancia. El bullying en la escuela. Su precaria salud. La redención a través del rock y el por qué de su nombre. La idolatría en Argentina y los 20 años sin hablar con el guitarrista Johnny Ramone. Jeffrey Ross Hyman, conocido como Joey Ramone, nació el 19 de mayo de 1951 en el seno de una familia judía de Forest Hills, Queens, Nueva York, hace hoy 73 años. Un dato que pocos conocen, es que al nacer, tenía un teratoma adosado a la columna vertebral, por unfeto de un gemelo que no había terminado de desarrollarse. Se lo removieron con una cirugía. Pero nunca dejó de tener problemas físicos y psicológicos por aquel tumor extraño. Los seguidores de Ramones -banda pionera de punk rock que Joey integró entre 1974 y 1996 Jeffrey era un muchacho introvertido y solitario, de 1 metro 98, flaco y desgarbado, ojos miopes saltones, anteojos de muchísimas dioptrías y dentadura asimétrica. La futura estrella estudió en el Forest Hills High School, donde sufria bullying. Sus padres se

Dos Attaque 77 se reinventan como gastronómicos en la pandemia

https://silencio.com.ar/entrevistas/aqui-y-ahora/dos-attaque-77-se-reinventan-como-gastronomicos-en-la-pandemia-49007/


 

Hacelo vos mismo.

El 17 de mayo de 2018, Luciano Scaglione y Leo De Cecco -bajista y baterista de Attaque 77, respectivamente- concretaron un viejo anhelo compartido: abrir un local en el que pudieran tocar bandas, y que tuviera buenos tragos y comidas. Strummer Bar recibió durante varios meses a artistas emergentes y otros no tanto, y fue el lugar de varias fiestas en las que pasaron por el escenario junto a la banda residente músicos como Mariano Martínez (el otro Attaque), Ciro Pertusi (el ex Attaque), el Tano Romano (Malón) y Corvata (ex Carajo). Pero entonces llegó la pandemia. 

 


 

Luciano Scaglione divide en varias etapas la evolución de su amor por la gastronomía. Desde chico, dice el bajista de Attaque 77, se acercaba con curiosidad cuando sus abuelas cocinaban. Y de vez en cuando lo dejaban hacer algún repulgue o manipular la pasta. "Era algo más lúdico, digamos, pero me gustaban los aromas y esa cosa medio alquímica que se produce en la que agarrás un par de ingredientes, los revoleás en un bowl, hacés unos movimientos y de repente tenés una comida de verdad. Me parecía algo mágico...", memora.

Cuando sus padres se separaron, el Luciano adolescente se fue a vivir con su papá, que "no sabía hacer ni un té". "Un día llegué y se estaba comiendo el arroz del perro, ese arroz partido barato. No se había dado cuenta -continúa el músico-. Tenía una ignorancia absoluta de lo que era un quehacer gastronómico doméstico. Entonces pensé 'tengo que aprender algo porque con este tipo me voy a morir de hambre'. Fue un motivo de subsistencia, porque era una época en la que no había delivery".

Sábado a la noche🌆, como siempre con los mejores shows🎶 en Strummer💥. Esta vez con @mujercitasterror y @re_signados...

Publicado por StrummerBar en Viernes, 12 de marzo de 2021

¿Te imaginás pedir un goulash con spaetzle y que en lugar de un pibe en una bici te lo lleve a tu casa el batero de tu banda favorita? A más de un fan de Attaque 77 le pasó eso en los últimos meses, con el agregado de que el plato lo había preparado el bajista del trío. "Hoy estamos luchando y manteniéndolo con el delivery, con mucha esperanza y ganas de que vuelva a hacer el lugar que era. No vamos a abandonar esto de la comida por delivery, que de alguna manera se potenció con la pandemia, porque mejoramos los platos. En vez de hacer hamburguesas y sandwiches de bar, empezamos a platos de bodegón, de cantina, que es lo que más me gusta de la Argentina porque confluyen esas raíces de inmigrantes", dice Luciano.

"Tampoco es que yo hago todos los deliveries, sólo los que me quedan cerca, pero es una manera de ayudar al bar, de estar involucrado", se ríe Leo De Cecco. "Tratamos de armar un menú bien de bodegón: en el invierno metimos goulash, lentejas, locro en alguna fecha patria, pastel de papa, y buena sandwichería. Básicamente, buscamos el modo cantina, que fue lo que pensó Luciano. Es muy rico, realmente. Y nada muy pretencioso. Está bueno todo lo que pasa en la cocina mientras Luciano cocina; escuchamos música, por ahí nosotros cortamos morrones, cebollas... Pelar papas no tanto, pero te corto con mandolina". 

Después de unos años viviendo en Estados Unidos, donde trabajó de ayudante de mozo -la categoría más baja en los restaurantes- y aprendió los tiempos de la cocina, Luciano volvió y se unió a Attaque 77, lo que implicó ir a tocar por toda América latina y Europa. "En las giras, siempre vamos a tener un poco de experiencia gastronómica", explica su compañero Leo De Cecco. "Y siempre nos gustaban esos lugares chicos en Alemania, por ejemplo, donde tienen buen sonido y buenas luces para tocar, y encima la comida es riquísima". Pero todavía estaban a años luz de su propio bar. 

Con tanto ceviches, tapas y picantes probados por el mundo, en 1998 Luciano finalmente se decidió a estudiar para chef en el Instituto Argentino de Gastronomía. "Tuve la suerte de que en esa época Osvaldo Gross y Ariel Rodríguez Palacios estaban de profesores, así que hice la carrera con ellos, unos genios totales. Así que aprendí y me divertí un montón. Hice una pasantía en el Caesar Park, estuve tres meses en plena época de Otras canciones, entonces los tipos se cagaban de risa conmigo, no podían entender que yo estaba haciendo eso mientras sonaba 'No me arrepiento de este amor' en todos lados. Porque el pasante, de nuevo, no tiene escalafón: sos un chepibe. Pero como me choluleaban un poco, me cagué de risa, me tenían ahí medio como protegido aunque me hacían laburar".

 

"Después empecé a incursionar en restaurantes de amigos, siempre desde un lado amateur pero serio y respetuoso -continúa el bajista-. Entiendo que cocinero te hacés cocinando, no estudiando. No puedo ponerme al nivel de un chef ni nada, porque sos cocinero si estuviste 20 años en las hornallas, incluso más allá del estudio. Si estudiaste tres años y decís 'Soy chef', no te creo". En Strummer Bar, hasta el aislamiento social, Luciano había diseñado la carta -la programación de bandas estaba a cargo de Leo y del otro socio del lugar-, y "salvó las papas" en alguna ocasión en la que faltó el cocinero.

Desde la pandemia, Attaque 77 participó de las versiones online del Quilmes Rock, con los músicos tocando cada uno desde su casa, y del Cosquín Rock, con un minishow en un Teatro Vorterix vacío. Por eso, los músicos se muestran tan entusiasmados por el recital por streaming que harán jugando de locales, el 2 de octubre desde Strummer Bar. "Nunca hicimos un show de Attaque ahí y creemos que no va a ser tan frío porque es un lugar más chico", explica De Cecco. "Lo que vamos a hacer es repasar los 33 años de historia de la banda, entonces la idea es interactuar con el público mediante el chat, que no sea sólo un show de estudio de televisión. Por eso queremos hacerlo en vivo posta".

"Nadie quiere hacer streaming, realmente", se ríe Scaglione. "Hace unos días pensaba en el show más horrible de la historia de Attaque y, hoy, ese show sería como tocar en el Luna Park... Uno quiere tocar con la gente, lo de siempre, pero hoy la situación nos lleva a esto y tenemos que potenciarlo, divertirnos y transmitir algo lindo. Por otro lado, tiene que ser algo único, porque si no, no tiene sentido. Lo que más salvo del streaming es que el que esté en Río Gallegos, en Córdoba o en México sabe que yo estoy ahí con él, en vivo: compartimos el momento real. Por otro lado, creemos que se puede generar algo piola. El bar es muy lindo por dentro y además es el lugar de Attaque, es como tocar en casa. Estar en Strummer va a ser lindo -ahí grabamos el video de 'María'- y a los fans va a gustarle vernos ahí".

 

 

 

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