Björk, la mariposa tecnicolor que convirtió a un festival de rock en una sala de concierto con orquesta
La primera fecha oficial del Primavera Sound, más allá de la previa 
del mes pasado y las actividades por toda la ciudad, cerró con un 
recital exquisito.
Marcelo Fernández Bitar
https://www.clarin.com/espectaculos/musica/bjork-mariposa-tecnicolor-convirtio-festival-rock-sala-concierto-orquesta_0_LaMQaqPjlO.html
Ninguna de las tres visitas anteriores de Björk fue 
"un recital más" ni un concierto previsible. Siempre resultó una 
experiencia tan deslumbrante como sus discos y videos, con mucho de 
experimentación y tecnología pero tambén un derroche de canciones emotivas y sensibles.
Ahora, en pleno desembarco local del famoso festival español Primavera Sound,
 Björk llegó para la primera fecha "oficial" (sin contar la previa con 
Jack White ni los shows por toda la ciudad) y se presentó en Costanera 
Sur después de la argentina Feli Colina y la mexicana Julieta Venegas.
El impacto sonoro
Ya se sabía que iba a ser un show diferente, solo acompañada por una 
orquesta, pero nadie podía imaginar el impacto sonoro de la voz única de
 la islandesa junto a la Orquesta Estable del Colón. Y 
fue impresionante, en especial por el contraste del marco festivalero 
(carpas, carteles, multitud de 20 mil personas) con la intimidad de un 
concierto que podría haber ocurrido en el Teatro Colón.
Para tomar dimensión de la poderosa imagen visual, cabe detallar que sobre el escenario había 4 cellos, 6 violas y 24 violines,
 además de un director que vestía remera blanca y un vestido negro a 
medio colocar. Y ella, por supuesto, la cantante de voz dulce y un 
vestuario multicolor con casco/máscara incluido.
La idea de Björk, ya desde un minuto antes de la pandemia de 2020, 
fue salir de gira con un show "orkestral" de canciones clásicas de su 
carrera. Dos años después, logró concretarlo sin modificar casi nada 
tras la aparición de un nuevo álbum, Fossora, del cual solo incluyó un tema.
Así, el repertorio tuvo hits como Hunter, Isobel, Jóga y Hyperballad, pero también exquisiteces como I've seen it all.
El inicio
El arranque fue con Stonemilker, de Vulnicura (2015), y a partir de ahí hubo casi 75 minutos de magia pura,
 un hechizo en el tiempo que hasta contó con una luna perfecta en el 
cielo, que los camarógrafos no pudieron evitar la tentación de mostrar 
en las pantallas de video.
Un show corto, entonces, como aquel Prince en River de 1991, e igual 
de contundente. A veces no es necesario tocar tres horas para dejar al 
público sin aliento, tal como demostró la islandesa.
Björk habló poco y prácticamente no tuvo intercambio con el público, 
salvo un gritito de "¡Gracias!" al final de cada tema, y un pedido de 
cantar el feliz cumpleaños a un integrante de su staff, antes del bis 
con Pluto.
El resto fue un desfile de canciones ensoñadas, sonidos entre 
etéreos, épicos y dramáticos, donde ella apenas bailaba sobre sus 
enormes zapatos que parecían sacados del guardarropas de Gene Simmons.
Y el público festejó, celebró y aplaudió todo, incluso sus gestos mínimos o el movimiento corporal que hacía un guiño a El lago de los cisnes. Ella sonreía y la gente se iluminaba, agradeciendo su arte con el cantito tribunero de "Olé, olé, olé, B-jork, B-jork!"
Como dato para coleccionistas y fans, cantó por primera vez en vivo los temas Freefall y You've been flirting again.
Con esta cuarta visita queda en claro, por si alguno lo dudaba, que no hay una sola Björk sino varias,
 desde aquella que cantó en teatros hasta la que armó un proyecto 
interdisciplinario y luego se rodeó de doncellas en túnicas en el viejo 
Centro Municipal de Exposiciones, o ésta con inclinaciones de música 
clásica... y decididamente moderna a la vez.
 
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