Ozzy Osbourne muere a los 76 años: se apagó el Principe de las Tinieblas

Ozzy Osbourne, el icónico vocalista de Black Sabbath y figura cumbre del heavy metal, falleció este martes 22 de julio de 2025 a los 76 años, rodeado por su familia, confirmaron sus seres queridos . Su despedida ocurre apenas semanas después de haber encabezado el emotivo concierto “Back to the Beginning” con la formación original de Black Sabbath en Birmingham, el pasado 5 de julio    De aspirante a leyenda del metal Nacido como John Michael Osbourne en Birmingham en 1948, Ozzy se unió a Black Sabbath en 1968, aportando su inconfundible voz gutural a himnos como Paranoid, Iron Man y War Pigs —temas que no solo definieron la banda, sino que cimentaron el género del heavy metal. Tras su salida de la banda en 1979, cortes como Crazy Train y Mama, I’m Coming Home lo consagraron como solista y empresario musical con el festival Ozzfest. Un adiós rockero y lleno de dignidad Años de lucha contra enfermedades como Parkinson (diagnosticado en 2020) y severos problemas de salud no logr...

El movimiento punk que dejó una marca en Bariloche

 

El movimiento punk que dejó una marca en Bariloche

“La lado B” de los 90 tiene su postal gracias al trabajo de recopilación histórica de Claudio Vargas. La experiencia fue absolutamente barrial y se mezcló con el heavy.

“Mentes reprimidas” se llamaba el fanzine que, editado en 1994, difundía el mundo punk. Foto: gentileza


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Dejándose llevar por su espíritu nostálgico, Claudio Vargas decidió inmortalizar la historia del movimiento punk en Bariloche, en los 90, a través de un libro que permitió a gran cantidad de jóvenes de los barrios compartir una identidad cultural.

Si Bariloche es la postal, fuimos el lado B de la postal”, resumió.
Vargas contó que en los barrios San Ceferino, Las Quintas y Seis Manzanas “era donde más punkies habían. Empezamos a salir a transitar las calles y tratar de ver recitales de las pocas bandas que tenía Bariloche”. En ese momento, tocaban Los Cuervos, Antídoto y Marimba, entre otras.

Vargas recordó que en esa época, confluyeron en Bariloche muchos inmigrantes chilenos, familias de Bolivia, de Paraguay y del norte argentino con la intención de trabajar en el cerro Catedral. “También estaba la otra gran migración, la gente que llegaba del campo, los mapuches. El movimiento punk logró unir a pibes con realidades bastante duras y en Bariloche, tuvo un tinte que no logró otro movimiento en Argentina”, arriesgó.

Poco a poco, nació el fanzine “Mentes reprimidas” en 1994 y se fueron organizando los Festipunk, en un pequeño bar en Ruiz Moreno y La Paz. “Era un bar de obreros, de gauchos. Siempre había algún caballo atado afuera del bar. Lo alquilamos por unos pesos para usarlo de noche. A los dueños les vino bien porque en esa época, había muchas patotas y preferían no abrir”, indicó.

Calibre 45 y Último Recurso debutaron en el primer festipunk. El primer evento convocó a unas 40 personas; en el segundo, sus organizadores ya cortaron 80 tickets y en el tercero llegaron a las 120 personas. Poco a poco, empezaron a traer bandas de Buenos Aires. “Era una locura. Todos hacían pogo ahí adentro y el lugar era mínimo pero nos arreglábamos”, señaló.

Con el tiempo, empezaron a surgir otras bandas como La Morgue, LSD (Lucha sin Detenerte), Necrofilio y Werken. “Bastante conciencia de clase tenía el asunto. Decidimos hacer toda esta movida en los barrios porque en esos años, era muy difícil para los pibes ir al centro. Lo teníamos vedado”, recordó y agregó: “El primer retén de policía lo teníamos en Onelli y Brown. De ahí, ya te mandaban para arriba. El segundo era en 25 de Mayo. Era ghetto”, recordó.

Según Vargas, en esa época, “fueron cayendo un montón de bandas. Una atrás de otra. Bariloche empezaba a ser considerada una plaza de rock. Vino Fun People, Hermética, Actitud María Marta y Ataque 77. En ese momento, alquilábamos una panadería en Guillelmo y Sarmiento”.
Algunas bandas de Bariloche comenzaron a tocar en localidades cercanas. “Íbamos en tren o en colectivos sin puertas”, recordó.

Vargas consideró que “todo ese movimiento cultural marcó un camino para los jóvenes de la época. Todos los pibes tenían ganas de hacer algo. Sin querer, contribuimos a ciertos pasajes históricos de Bariloche. Es otra parte de la historia de Bariloche”.

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