CARCA: 5 MINUTOS MUERTO, CORAZÓN NUEVO Y SHOW EN LA TRASTIENDA!

Si hay un tipo que puede decir “estuve muerto y volví para dar un recital”, ese es Carca. El multiinstrumentista que lleva 35 años haciendo ruido en el under argentino, el mismo que teloneó a Soda Stereo en Obras y que desde 2008 le pone teclados y guitarras al delirio Babasónicos, hoy celebra la vida a puro decibelio. Cronología rápida del milagro: Agosto 2023: ingresa al ICBA con Marfan avanzado y el corazón en las últimas. 10 días antes de Navidad: para 5 minutos. Lo reviven. Sube al puesto 1 de la lista de trasplante. 11 de diciembre: le ponen un corazón nuevo. 10 meses internado: graba Exultante, su disco 100% hospitalario con tablet, guitarra y susurros a las 2 AM. Octubre 2025: sale el álbum. HOY, 6/11, 21 hs: La Trastienda. Su primer show SOLISTA en DOS AÑOS. “Quiero celebrar que estoy vivo, no presentar un disco que ya todos escucharon”, tira Carca en el living de Belgrano, todavía con la cicatriz fresca pero la púa en la mano.  Exultante en 3 frases: Rock setentoso + funk...

El movimiento punk que dejó una marca en Bariloche

 

El movimiento punk que dejó una marca en Bariloche

“La lado B” de los 90 tiene su postal gracias al trabajo de recopilación histórica de Claudio Vargas. La experiencia fue absolutamente barrial y se mezcló con el heavy.

“Mentes reprimidas” se llamaba el fanzine que, editado en 1994, difundía el mundo punk. Foto: gentileza


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Dejándose llevar por su espíritu nostálgico, Claudio Vargas decidió inmortalizar la historia del movimiento punk en Bariloche, en los 90, a través de un libro que permitió a gran cantidad de jóvenes de los barrios compartir una identidad cultural.

Si Bariloche es la postal, fuimos el lado B de la postal”, resumió.
Vargas contó que en los barrios San Ceferino, Las Quintas y Seis Manzanas “era donde más punkies habían. Empezamos a salir a transitar las calles y tratar de ver recitales de las pocas bandas que tenía Bariloche”. En ese momento, tocaban Los Cuervos, Antídoto y Marimba, entre otras.

Vargas recordó que en esa época, confluyeron en Bariloche muchos inmigrantes chilenos, familias de Bolivia, de Paraguay y del norte argentino con la intención de trabajar en el cerro Catedral. “También estaba la otra gran migración, la gente que llegaba del campo, los mapuches. El movimiento punk logró unir a pibes con realidades bastante duras y en Bariloche, tuvo un tinte que no logró otro movimiento en Argentina”, arriesgó.

Poco a poco, nació el fanzine “Mentes reprimidas” en 1994 y se fueron organizando los Festipunk, en un pequeño bar en Ruiz Moreno y La Paz. “Era un bar de obreros, de gauchos. Siempre había algún caballo atado afuera del bar. Lo alquilamos por unos pesos para usarlo de noche. A los dueños les vino bien porque en esa época, había muchas patotas y preferían no abrir”, indicó.

Calibre 45 y Último Recurso debutaron en el primer festipunk. El primer evento convocó a unas 40 personas; en el segundo, sus organizadores ya cortaron 80 tickets y en el tercero llegaron a las 120 personas. Poco a poco, empezaron a traer bandas de Buenos Aires. “Era una locura. Todos hacían pogo ahí adentro y el lugar era mínimo pero nos arreglábamos”, señaló.

Con el tiempo, empezaron a surgir otras bandas como La Morgue, LSD (Lucha sin Detenerte), Necrofilio y Werken. “Bastante conciencia de clase tenía el asunto. Decidimos hacer toda esta movida en los barrios porque en esos años, era muy difícil para los pibes ir al centro. Lo teníamos vedado”, recordó y agregó: “El primer retén de policía lo teníamos en Onelli y Brown. De ahí, ya te mandaban para arriba. El segundo era en 25 de Mayo. Era ghetto”, recordó.

Según Vargas, en esa época, “fueron cayendo un montón de bandas. Una atrás de otra. Bariloche empezaba a ser considerada una plaza de rock. Vino Fun People, Hermética, Actitud María Marta y Ataque 77. En ese momento, alquilábamos una panadería en Guillelmo y Sarmiento”.
Algunas bandas de Bariloche comenzaron a tocar en localidades cercanas. “Íbamos en tren o en colectivos sin puertas”, recordó.

Vargas consideró que “todo ese movimiento cultural marcó un camino para los jóvenes de la época. Todos los pibes tenían ganas de hacer algo. Sin querer, contribuimos a ciertos pasajes históricos de Bariloche. Es otra parte de la historia de Bariloche”.

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