Black Francis considera que es mejor no tomarse muy en serio a Pixies La banda que admiraba Kurt Cobain publica un nuevo disco, “The Night the Zombies Came” y su líder dice que es vulgar “hablar sobre nosotros mismos, si somos importantes o lo que sea, solo porque sí” Por Maria Sherman Muertos vivos, restaurantes suburbanos con temática medieval, un centro comercial. Druidismo, pollos decapitados, renacimiento. Iglesia, matanza de ovejas, ciencia ficción. Estos son algunos, no todos, de los temas tratados en el décimo álbum de estudio de Pixies, The Night the Zombies Came. Una colección caleidoscópica de 13 canciones —su primer álbum con la nueva bajista Emma Richardson— que oscila entre el folk, el punk, la psicodelia y de vuelta, sin encajar nunca en una fórmula particular. En realidad, The Night the Zombies Came se desarrolla como una película: cada canción es una pequeña viñeta. El líder y artista visual Black Francis, nacido Charles Thompson, dice que eso se manifiesta espec...
Succumb
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Succumb
La oscuridad absoluta dibujada durante sesenta minutos largos. Un agujero negro que te atrapa desde que “Negative Arrival” arranca, y no te suelta hasta que “Devorador de Mundos” termina consumiendo cada una de tus esperanzas. Una carnicería en la que el Death Metal se cruza con el Black y Altarage deciden retorcer la tensión hasta que cada segundo se torna irrespirable. Una experiencia tan dolorosa como placentera, apta solo para los que gustan de paladear los extremos, de la misma forma en la que lo hacían los que jugaban con la caja de los cenobitas de Hellraiser.
La línea de este Succumb no se aleja demasiado de los anteriores trabajos del combo bilbaíno, aunque incorpora nuevos matices dentro del particular apocalipsis sónico de Altarage. Parece como si en ciertos momentos se hubiese pretendido dejar más espacio al Doom y al Sludge, conteniendo cortes como “Foregone” en los que los tiempos se ralentizan, propiciando aún más la presión cuando por fin deciden lanzar toda su metralla de blast beats infernales sobre nosotros.
Por otro lado, están los cortes más puramente latigueros, en los que “Succumb” literalmente pasa por encima de ti como si de un camión sin frenos se tratara, aunque la sensación ultima que deje cada pieza de este álbum, sea similar. Desolación absoluta, trance malrrollero e inquietud infinita acompañaran al oyente por este tour de forcé salvaje, que parece haber brotado del más profundo de los infiernos.
Tanto la musculosa producción que luce todo el redondo, aportando numerosos detalles de Drone y Noise, como la agónica voz que lidera cada pieza, nos envuelven en un mundo en el que parece que el sol no se va a poner nunca más. Un mundo sin alma en el que la claustrofobia nos saluda educadamente, y nuestros propios demonios nos miran de frente.
A pesar del disonante telón que envuelve cada pieza, se distinguen músicos espectaculares, con unas guitarras que parecen sierras mecánicas y una batería que se luce todo lo que el monocromático guion le permite. La solidez del conjunto, sin embargo, esta por encima de cualquier tipo de individualidades, y así lo dejan claro Altarage.
Capitulo aparte y especial debería destinarse a analizar y disfrutar el último corte que contiene este trabajo. Una monumental pieza de más de veintiún minutos en los que el Doom termina haciéndose arte, y podemos llegar a imaginarnos a unos Sunn O))) encolerizados. Una manera rotunda de cerrar este diabólico sendero que lleva por nombre “Succumb”.
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