Iggy Pop y Siouxsie Sioux

Iggy Pop y Siouxsie Sioux: dos símbolos del punk ahora cantan en una publicidad de helados Hacen "The Passenger", un conocido tema de Iggy que ella versionó con gran éxito en 1987. 37 años después, sirve para vender refrescos. Iggy Pop y Siouxsie Sioux son sin dudas dos leyendas de la música rock, y más específicamente del punk. Él, al frente de The Stooges primero y luego con una extensa carrera como solista que lo llevó por todo el mundo y lo tiene aún en actividad a los 77. Ella fue la líder de Siouxsie and The Banshees y también descolló como solista (ahora tiene 66). Se han admirado. Y Siouxsie se hizo mundialmente popular precisamente al grabar una canción de Iggy Pop -The Passenger- en un álbum de versiones que hizo con su banda en 1987, Through the Looking Glass. Ahora, a 37 años de esa grabación, Iggy Pop y Soiuxsie se unieron para grabar The Passenger para una publicidad de helado. El original de la canción estaba también en un disco muy exitoso de Iggy, Lust For Li

Bombay Bs. As

La banda que tuvo que cambiar de nombre porque remitía a un femicidio

Ola feminista de por medio, el grupo 34 puñaladas ahora se llama Bombay Bs. As. Nuevo disco y actuaciones en el C.A.F.F.

Con cerca de dos décadas y media de trayectoria, el grupo de tango Bombay Bs. As., que antes se llamó 34 Puñaladas y cambió su nombre en tiempos de pañuelos verdes, reaparece con su noveno disco de estudio titulado Noche herida, en el que incluye una canción llamada Maldición bisiesta, escrita antes de pandemia y cuya letra, casi de manera profética, anticipaba lo que sucedería en el mundo.

“Son varias canciones en las que aparece una sociedad fantasmal. Recuerdo hacer caminatas nocturnas para distraerme y salir del encierro. Era una ciudad vacía. Pasé una noche por la puerta del C.A.F.F. y me dio nostalgia ver el candado en su puerta. Era desazón. Lo extraño es haber escrito canciones con ese espíritu antes de la llegada del Covid”, afirma Alejandro Guyot, frontman de la orquesta.

El bar Británico de San Telmo, donde se produce el encuentro con los músicos, está repleto. Es mediodía en Buenos Aires, ya muy distinto al clima de encierro que se vivió los años anteriores. El sol de otoño asoma de manera tenue. A las palabras de Alejandro se le suman las de Edgardo González y Maximiliano Cortez, ambos integrantes de la línea de guitarras que le ponen ritmo a su voz.

Grabación interrumpida

“La grabación del álbum se interrumpió abruptamente. No resultaba la idea de ensayar por zoom. A fines de 2020, hicimos un ensayo en un patio, pero durante mucho tiempo cada uno estuvo en lo suyo. Nosotros no tenemos director musical, lo que nace es en los ensayos, ya sea la estética y lo musical, no fue fácil todo este tiempo, pero de todos modos logramos el nuevo disco”, agrega Edgardo.

Cuando el guitarrista habla de que nada fue fácil, mucho de eso tuvo que ver con pérdidas cercanas en torno al conjunto, lo cual añade con la voz semi quebrada. “Yo laburaba con Gabo Ferro y murió, también perdimos familiares muy cercanos. Hemos perdido padres, el hijo de uno de nuestro círculo también falleció. Si bien la poesía hoy está escrita, fue devastador para nosotros lo acontecido”.

La pregunta obligada es acerca de la reconstrucción tras afecciones tan grandes como la de muertes de seres queridos, a lo que el músico añade:

“Estamos volviendo a tocar. No es ‘volvimos, tocamos”, sino una recomposición. Volvimos como a una casa que se incendió y hay que reconstruir, recomponer vínculos, lazos, público. Volver a reconocernos, volvimos en silencio, pero con disco, y lo presentaremos el 8 y 9 de abril en el C.A.F.F”.

Cambio de nombre

Reinstalarse con un nombre nuevo no es sencillo cuando un grupo ya tiene un camino recorrido, pero cuando la ola feminista tomó las calles y plazas del país otra opción no les quedó.

34 puñaladas, nombre en homenaje al tango Amablemente -en el que un hombre le encaja 34 puñaladas a una mujer por infiel- que entonó Edmundo Rivero, de pronto quedó en la mira de las fervientes luchadoras contra femicidios.

“Nosotros cambiamos el nombre para poder seguir proponiendo lo mismo que veníamos haciendo, que es seguir hablando de lo nuestro. Hay un punto: cuando adoptamos ese nombre referenciábamos a lo estético de Julio de Caro, ya teníamos ocho años y tres discos grabados. Nuestra primera etapa fue investigadora”, asegura Alejandro.

Tras un breve instante en el que se interponen las voces de los tres integrantes, el vocalista toma la posta de nuevo.

Hemos charlado con muchas compañeras sobre el nombre del grupo. Eso nos llevó a reflexiones profundas. Por ejemplo, nuestra canción Vírgenes rotas habla sobre una chica que cayó en la trata y se incluyó en un compilado que se llama Se trata de nosotras. Fue madurativa la necesidad de un cambio que se dio de manera natural”, reflexiona el cantautor.

-¿Recibieron quejas por su anterior nombre a través de las redes sociales?

Edgardo: No tenía sentido el nombre dentro de la nueva poética. La gente, cuando comunicamos el cambio, empezó a debatir. Los típicos debates en redes. Es cierto que algunas puteadas recibimos, pero en las redes eso sucede. Es un bondi que ya pasó. Sabemos quiénes somos.

Maximiliano: No tenemos groupies. Y lo nuestro no es hablar en forma discursiva. Para serte claro, no nos apoyamos en el tango viejo.

Escucho un tango y un rock

En estos procesos de cambios o marcados sucesos, que en el caso de Bombay Bs. As. son notorios a lo largo de su trayectoria, lo generacional ocupa un aspecto relevante según la lectura de sus integrantes.

“Salvo algunas excepciones, somos huérfanos dentro de un hueco que quedó entre el tango de décadas atrás con la aparición de nuestra generación que lo retomó. Nuestros padres están emparentados con la aparición del rock argentino; por ejemplo mi viejo tiene la edad de Willy Quiroga”, plantea Alejandro.

En la misma sintonía, Edgardo profundiza esa idea. “Entre el medio pasó el rock, somos de la generación de los noventa y era normal para los que retomamos el tango contar con una estética cercana al rock. Hubo autenticidad en el siglo XXI. La gente al principio miraba y se preguntaba: ‘¿Qué están tocando? ¿Será rock, por la ropa que llevan puesta?’. Eso estableció una relación genuina, novedosa”.

Respecto al público y la aceptación por parte de los puristas, la agrupación nunca sufrió juzgamientos, eso ya se notaba, como pauta, en su época underground, cuando tocaban en El Malevaje, una “milonga” de culto que existió frente a las vías de La Boca, cercanamente a Caminito.

“En nuestros primeros años venía gente mayor a vernos tocar. Nos abrazaban, nos agradecían. El tango era música ausente en la música argentina. Éramos El Arranque, la Fierro y nosotros, entre otros pocos. Ahora hay un montón de orquestas onda Pugliese. Todo es más ecléctico, se multiplicó. Cuando arrancamos ni a ganchos encontrabas un bandoneonista tocando en algún bar”, rememora Alejandro.

En paralelo, músicos de tango de larga edad -algunos ya fallecidos- también hicieron foco en el quinteto.

“En 2005 compartimos un ND Ateneo con Néstor Marconi, Leopoldo Federico y Colacho Brizuela. Estábamos en el camarín dudando si nos acercábamos a Leopoldo a saludarlo. Nos daba vergüenza. Lo cierto es que pasó al revés: apareció, encorvado, con su bastón, y nos encaró: ‘Muchachos, ¿me firman el cd?’. Nos quedamos helados”, relatan, sonrisas mediante.

Con tanto tiempo recorriendo locales nocturnos con su música, lo llamativo llegó cuando sus canciones se transformaron en versiones de ajenos. Eso emociona al vocalista y lo expresa.

“Nos topamos con generaciones nuevas que tocan nuestras canciones. ‘¡Mirá cómo suena este tango nuestro por la Fierro!’. Eso nos atrevió a hacer versiones a través del disco Las canciones de humo. Allí versionamos a Manal, Acorazados Potemkin, Tata Cedrón, La Chicana; pensamos cuando Gardel hizo Fox-Trot... De ahí la idea”.


 

 

 

Viajes por el mundo

Entre escenarios internacionales y sótanos locales Bombay Bs. As. viajó numerosas veces a tocar a grandes escenarios en el exterior. Países como Francia, Italia, Austria, Estados Unidos, Canadá, Sudamérica y Australia fueron destinos en los que contó con alta repercusión su propuesta tanguera.

“A nosotros afuera nos encuadran dentro de las músicas del mundo. Lo bueno que son festivales con excelente comunicación y públicos melómanos. Siempre la gente sabe lo que va a ver. En la mayoría de las giras el público sabía de lo nuestro. Están muy informados y ser extranjero facilita”, describe el cantante.

Sobre el método que utiliza Alejandro para comunicarse con el público, detalla lo siguiente: “Hacemos traducciones parciales. Yo hablo alemán, por ejemplo. Trabajaba con el productor que nos llevaba para allá. ‘Aquí dice esto’, le contaba.

Cuando entonaba Milonga del tiro de gracia, explicaba sobre el personaje y eso me daba pie a explicar que ese estilo se tocaba en provincia de Buenos Aires, Montevideo y sur de Brasil; eso acerca a la gente”.

En la misma dirección, Edgardo a continuación recita en voz alta un párrafo de un texto del escritor Fernando Pessoa, que explica con profundidad el sentir de ir tocar a otro lugar con un idioma diferente: “Cantaba con una voz muy suave una canción de un país lejano. La música volvía familiares a las palabras desconocidas. Parecía un fado para el alma, pero no tenía con él ninguna semejanza…”.

Mientras que en el exterior las vivencias son particulares, revelan que aquí también sucede algo novedoso dentro del ambiente actual.

“Es muy interesante lo que está pasando. Los cruces de tango con hip hop, las nuevas movidas. A nosotros nos invitan. Hay juntadas en lugares chicos, en casas con dirección por privado; además, lugares como La ventanita de Arrabal, de los pibes del Sexteto Fantasía. Incluso hasta tocamos en el Salón Pueyrredón en un Festi Punk; estos son tiempos de reconstrucción de la escena”, concluye Alejandro.

WD

 

 

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