La fiebre por ver a Coldplay nuevamente en la Argentina no deja de
sorprender. Entre el 25 de octubre y el 8 de noviembre, la banda
británica ofrecerá 10 conciertos en la cancha de River y agotó todas las
localidades disponibles, más de 600.000, apenas salieron a la venta.
Son cifras récords en taquilla, en cantidad de shows y también en
recaudación. Los fans de Coldplay dejaron en boletería alrededor de $7.000 millones. Esos números reflejan el carácter disfuncional del consumo de los argentinos y las distorsiones de la economía.
La industria de la música en vivo tiene motivos sobrados para celebrar, porque gran parte de los conciertos programados cuelgan el cartel “sold out”
en pocas horas. Ya ocurrió lo mismo con el festival Lollapalooza
(300.00 localidades), La Renga (165.000), Duki (180.000), Harry Styles,
el Quilmes Rock y Justin Bieber, que despacharon 120.000 tickets cada
uno. “Hay un aluvión de gente en los shows, pero no todos los artistas venden”, aclara Aquiles Sojo, fundador y CEO de la promotora Ake Music.
En
el sector describen que existe un clima de euforia tras dos años de
abstinencia de recitales forzada por la pandemia. Sojo cree que la
demanda no se podrá sostener, porque “la gente ya consumió mucho espectáculo y el bolsillo no alcanza para todo”. De todos modos, reconoce que la temporada actual arrancó con todo y que “está por encima del promedio”. Las apariencias indican otra cosa y eso a pesar del costo de las entradas: de $8.000 a $19.500 en el caso de Coldplay.
Las productoras aprovechan el momento. En la actualidad, la más activa es DF Entertainment,
la firma que fundó Diego Finkelstein y que tiene al gigante Live Nation
como socio. Es la organizadora del tradicional Lollapalooza y de la
próxima escala de Coldplay. DF compite con Pop Art Music (Quilmes Rock),
Lauría (Duki Daddy Yankee y Bud Bunny)), Move Concerts (Justin Bieber) y
Ake (Guns N' Roses y Tini Stoessel), entre otras.
La
alta demanda por asistir a conciertos resulta desconcertante en el
actual contexto económico. Federico Lauría, fundador y CEO de la
promotora homónima, recuerda que agotaron en cuestión de horas los tres primeros shows que ofrecerá Duki en el estadio de Vélez.
La semana pasada sumaron el 4° y ocurrió lo mismo. El empresario
subraya que esto “no es casualidad”. Aparte de la cuestión de la
abstinencia de la pandemia, “tiene que ver con el boom de los artistas
urbanos”, un subgénero emergente del rap, el trap y el hip hop.
El consumo del entretenimiento se contrapone con las restricciones que tienen otras alternativas muy populares en el imaginario de los argentinos.
El consultor especializado Guillermo Oliveto sostiene que el aspecto
emocional lo condiciona todo, tras el prolongado confinamiento que
generó el Covid-19. A esto se suma el impacto de la crisis económica,
que impide acceder al triángulo aspiracional de los argentinos: “Si no
puedo comprar casa, auto ni viajar al exterior, me saco el gusto y voy a
los recitales”, reflexiona.
La alta demanda por
ver a bandas y artistas nacionales y sobre todo internacionales es solo
una parte del mismo fenómeno. “La gente tomó conciencia de lo efímero y
que la vida es ahora. Hay una explosión de consumo de entretenimiento,
pero también de cine, gastronomía y turismo interno”, explica Marcelo
Dionisio, dueño de la productora Foggia. “Llenar 10 River como Coldplay
no lo hicieron ni los Rolling Stones”, dice a modo de ejemplo.
Dionisio
describe que se potenció el deseo del consumo inmediato, algo que
también se está viendo en “el crecimiento de las ventas de los
shoppings”. En el sector recuerdan que algo así ocurre con otra clase de
eventos y exposiciones, todas suspendidas durante la pandemia. “En la
última Feria del Libro la concurrencia aumentó 60% con respecto a 2019”,
señalan.
“Es una muy buena temporada, quizá una
de las mejores de los últimos años”, opina Sebastián Carlomagno, de Move
Concerts. Hay otro factor que favorece este clima de efervescencia. “Hay una gran oferta de contenidos, porque muchos artistas y bandas reactivaron las giras que suspendieron por la crisis del coronavirus”, dice el ejecutivo.
Los
pronósticos no son todos iguales. Algunos, como Sojo, creen que el
furor declinará en los próximos meses. Carlomagno dice que eso no se
sabe. Lo cierto es que Buenos Aires acostumbra a dar sorpresas. Así
ocurrió con la visita histórica de Roger Waters de 2012. Aquel año, el
ex Pink Floyd llegó para dar 3 conciertos en River como parte de su gira
“The Wall Live” y fue sumando funciones hasta completar 9. “Waters ya
había tocado en Vélez 2 veces y no pasó gran cosa”, compara Carlomagno.
Ya
son varios los conciertos que van sumando fechas y agotan localidades
apenas se ponen a la venta. Como se mencionó anteriormente, Duki tenía
programadas 3 funciones y sumó la 4ª la semana pasada. Con Tini Stoessel
ocurrió lo mismo, aunque el target de la artista sea completamente
diferente. Sojo recuerda que inicialmente ofrecería 3 conciertos y sumó
otros 3 obligado por la demanda. “Se podían hacer más pero el Hipódromo de Palermo ya no disponía de fechas”, dice.
Los
estadios retornan a la actividad. Fernando Lang, director comercial del
Movistar Arena, sostiene que se están retomando shows que fueron
suspendidos por la pandemia. “En 2021 se efectuaron 30 funciones. Este
año ya tenemos programados 100”, dijo a Clarín el alto ejecutivo de la compañía.
Ubicado
en el barrio de Villa Crespo y con capacidad para 15.000 personas, el
Movistar Arena se inauguró en noviembre de 2019, 3 meses antes de la
cuarentena. “La temporada está arrancando bien, los tickets se venden
bien y sumamos muchas marcas”, evaluó Lang.
The Wall Live y otros éxitos taquilleros
En 2012, como parte de su gira mundial “The Wall Live”, Rogers Waters ofreció 9 recitales en el estadio de River. El ex Pink Floyd atrajo una multitud de más de 370.000 personas, que dejó en boletería el equivalente a US$35 millones. Algo nunca visto hasta ese entonces para un único espectáculo musical. La promotora del espectáculo, Pop Art Music, fue sumando fecha tras fecha por el furor del público. “La gran demanda de tickets hace de Buenos Aires uno de los mercados más grandes del planeta”, señalaron asombrados los representantes de Waters.
Coldplay
acaba de batir un nuevo récord. En público y también en cantidad de
fechas, pero hace falta rebobinar un poco más la historia para ponerlo
en perspectiva. Antes de Waters, la mejor marca la tenía Soda Stereo,
que en 2007 reunió a 350.000 personas en los 6 recitales que la banda dio en el Monumental. Un poco más abajo aparece la primera visita de los Rolling Stones, en 1995 y en plena convertibilidad, con 300.000 localidades vendidas. Con el tiempo, los récords fueron cayendo.
Lo
cierto es que aquellas visitas permitieron consolidar a Buenos Aires
como una de las principales plazas para la música en vivo.
Lo
de Waters es curioso. Antes de 2012, ya había tocado dos veces en el
país. En 2002 actuó en un Vélez colmado de gente. Cinco años después
hizo dos shows en River, donde interpretó “The dark side of the moon”, uno de los cinco discos más vendidos de la historia, cuyos temas compuso cuando integraba Pink Floyd.
Hay
otro dato llamativo y es que para su espectáculo “The Wall Live”
estableció un tope de público para cada función por las características
del escenario (mucho más extenso que los tradicionales). Salvo en el
último (que flexibilizó esa limitación) se vendieron 42.500 entradas por noche, muchas menos que los 61.000 tickets despachados en el caso de Coldplay.
Waters
puso en escena su obra más emblemática y convocante. Trajo al país 112
toneladas de equipos y se necesitaron 86 personas y 21 camiones para su
transporte. La producción incluyó un escenario de 72 metros, 36
proyectores y una pantalla redonda de 10 metros. En cada función se
colocaron 242 enormes ladrillos, que conformaron la emblemática pared.
Los
años pasaron y surgieron nuevos estadios y posibilidades para concretar
shows en vivo. No obstante, el Monumental continúa siendo la principal
catedral por dos motivos: sus accesos fluidos (un
obstáculo para el Estadio Único de La Plata, por ejemplo) y la
capacidad. En general, salvo que el artista disponga de lo contrario,
River permite el ingreso de más de 60.000 espectadores, contemplando
tribunas y cancha.
Las necesidades de la
promotoras y la propia evolución de la industria del show business fue
incorporando otras opciones. Aparecieron los hipódromos de Palermo y San
Isidro y se edificaron estadios cubiertos, como el DirecTV Arena y el
Movistar Arena. Este último se inauguró en noviembre de 2019, es decir
tres meses antes del inicio de la pandemia y las restricciones para
realizar conciertos y actividades artísticas.
“Durante todo ese tiempo, no perdimos
ningún sponsor”, aclara Fernando Lang, director comercial de un estadio
que está ubicado en el barrio porteño de Villa Crespo y que tiene
capacidad para 15.000 personas.
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