Las internaciones de Charly García y cómo se reflejaron en sus discos
En un artista donde las letras suelen ser autorreferenciales, parece
que no tiene canciones referidas a sus "rehab", pero ha metaforizado
sobre el tema, e incluido elementos en sus trabajos posteriores.
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Sergio Marchi
Hay cuentas que son imposibles de cerrar, sobre todo en materia musical.
Se pueden conocer o predecir algunos rasgos de las personas según su
historia clínica o su estado anímico. En cambio, combinar una historia clínica con un resultado artístico es algo más riesgoso.
Cuando un músico sufre una crisis de índole médica que requiere
internación, no necesariamente eso repercute en su salud artística, para
bien o para mal. Sí, en cambio existe una clara correlación entre
grados excesivos de intoxicación alcohólica o química sostenidos en el
tiempo, y una obra artística que se deteriora.
Así como no hay algún estudio científico que permita afirmar que la
ingesta de drogas perjudica o favorece un estado de creación, si existe
en la historia del rock una enorme cantidad de casos que permiten
afirmar estadísticamente que a la larga el cántaro de la creación padece
los excesos.
Charly y su salto del noveno piso
Como siempre, Charly García suele ser el caso de estudio contra el cual las razones médicas se estrellan,
pero solo esporádicamente, ya que al fin de cuentas, Charly es un ser
humano con una biología igual a la de los demás, aunque prevalezca sobre
él una mirada impregnada de pensamiento mágico como en el caso del
salto de un noveno piso en la ciudad de Mendoza, a una pileta de
natación a un hotel.
Otro quizás se hubiera roto la crisma o las piernas: García emergió
como un delfín y dio una conferencia de prensa después de la acrobacia.
Incluso escribió con prontitud un par de canciones referidas al salto, para ser incluidas en Sinfonías para adolescentes, el disco regreso de Sui Generis en el 2000: Me tiré por vos y Noveno B.
Sus internaciones
En un artista donde las letras suelen ser autorreferenciales no deja de ser llamativo el hecho de que rara vez haya escrito una canción sobre sus internaciones.
Ha metaforizado sobre el tema, y ha incluido elementos de sus
internaciones en sus trabajos posteriores, pero salvo el cambio de
nombre de su banda tras la primera internación que atravesó en 1991
(pasó a llamarse Los Enfermeros), y el sketch filmado que abrió el show
en Ferro el 22 de diciembre de aquel año, su obra registra pocas menciones a sus reclusiones psiquiátricas.
Las más detectables suelen estar en su último disco de estudio, Random de 2017. Por ejemplo, en Otro, donde canta: “La medicina quiere otro: querían a otro en mi lugar. Otro. Otro. Otro”.
Lo sugería en el marco vocacional – deja saber que hubiera sido
imposible un Charly psicoanalista porque la Institución Médica lo habría
impedido-, pero parece también como una reflexión acerca de su relación
con el universo de profesionales de la salud.
La época de Tango 4
Charly García nunca tuvo una internación voluntaria, y las tres
registradas (sin contar las que fueron producto de accidentes domésticos
o procesos infecciosos), lo encontraron en distintas circunstancias.
La de 1991 no tuvo trascendencia inmediata y se
realizó durante tres meses en la extinta clínica Guadalupe. García venía
de hacer en colaboración con Pedro Aznar el extravagante Radiopinti, tomando a Enrique Pinti como a una suerte de rappero encubierto.
Cuando Charly fue internado, Pedro Aznar le llevó lienzos y pinceles
para que pudiera matar el tiempo haciendo arte. Y no solo eso: logró que
en la clínica le dieran permiso al paciente para ir a su casa a grabar
un álbum.
“Mientras estaba internado –dijo García-, me permitieron ir a lo de Pedro a grabar ese disco que me estaba salvando”. Ese fue Tango 4, un muy buen trabajo donde la voz de García luce inmaculada (escuchar Vampiro) y la retroalimentación entre él y Aznar hasta supera el primer volumen de Tango, ese grupo a duo con nombre universal.
Rumbo a Say No More
No pasó mucho tiempo hasta la segunda internación en 1994,
realizada en la clínica Aghalma de la calle Piedras. Su paso fue mucho
más breve que en la anterior estadía y de allí rescató un libro de
Robert Fulghum, Todo lo que hacemos sin saber por qué, del cual
tomaría muchas ideas, mezcladas con lo más parecido que tuvo a una
internación voluntaria, al viajar a ver a Ken Lawton, a la campiña
inglesa.
Se quedó muy poco tiempo en la casa de este analista inglés vinculado
a Robert Fripp, pero ideas de Lawton y Fulghum aparecieron casi
transcriptas en Say No More, un disco ante el cual la academia no termina de hallar consenso.
Sin embargo, tras aquella segunda internación, Charly partió rápido a
Río de Janeiro a des-internarse y volvió radiante a Buenos Aires.
Rápidamente embarcó a su banda en un set de temas ajenos que presentó en
Pinamar, show que fue grabado para editar un disco en vivo: Estaba en llamas cuando me acosté,
secuela directa de la lectura de Fulghum. Entre los temas que
versionaba, había títulos de Los Beatles, Dylan, Donovan y Jimi Hendrix.
“Cuando toco estas canciones me olvido que soy Charly García”, declaró
en aquel momento.
La ayuda de Palito Ortega
La tercera internación, la más trágica, la más mediática y la más prolongada, sucedió en 2008 cuando
una vez más dio el mal paso en la ciudad de Mendoza, su eterno
Waterloo. A su vuelta en avión sanitario recorrió dos hospitales
públicos, y dos clínicas psiquiátricas, pero el aterrizaje tuvo un mayor
andamiaje ya que Palito Ortega fue el gran productor del desembarco de
Charly en su chacra de Luján, una vez que la justicia ratificó el alta
de los médicos.
Quizás hubo demasiado apuro en salir a tocar en vivo, el 30 de marzo
de 2009, en un show un tanto improvisado en la plaza frente a la
Basílica de Luján: no estaba listo para ese trance. Mucho mejor lució el
23 de octubre cuando hizo su regreso triunfal en el estadio de Vélez y
aún más radiante en el concierto de Las Bandas Eternas que realizó Luis
Alberto Spinetta en diciembre.
Más difícil es poder rastrear el efecto de aquella internación en
alguna canción, porque Charly no grabó nuevo material original hasta
2017. Sí hubo un tema que salió a difusión antes de El Concierto Subacuático en Vélez, que se llamó Deberías saber por qué,
y que figuró en el álbum en vivo. Es una canción bastante olvidada de
Charly García, aunque tampoco tenía potencial para convertirse en un
clásico.
Hubo cuatro canciones más grabadas en el estudio Los Pájaros que
Palito Ortega tiene en su chacra, dos covers y dos originales, que nunca
pertenecieron a ningún disco, como Tía Mecha, que en realidad se registró antes de la internación.
Una vez más, es Random el álbum que sí contiene una alusión
directa (¡y sarcástica!) a esos confinamientos psiquiátricos que,
afortunadamente, parecen ser cosas del pasado. Primavera es de
un candor absoluto que pronto pasa a queja y vaticinio cuando brota la
segunda estrofa: “Ahora que estoy rehabilitado/ saldré de gira otra vez/
me encerrarán cuando se acabe/ y roben lo que yo gané”.
Los efectos físicos de sus rehabilitaciones siempre saltaron a la
vista: un Charly más recuperado en el semblante, una voz más cristalina
que la de ayer y algunos movimientos hechos con mayor lentitud. Los
otros, los que se llevan como raspones en el alma y en la psiquis, de
los que solo él conoce hondura y diámetro, aparecen como camuflados
dentro de algunas letras. Como si ya no quisiera hablar más del tema.
MFB
Sergio Marchi (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 31 de enero de 1963) es un periodista argentino de rock. Comenzó su carrera profesional en 1983 y desde entonces ha escrito innumerables artículos sobre la materia en medios de prensa, radio, televisión e Internet; siendo habitualmente consultado por los medios de comunicación debido a sus conocimientos. Se lo relaciona habitualmente con Charly García, por haber escrito una biografía considerada "definitiva" sobre el músico, No digas nada, que fue publicada en 1997 y reeditada en 2007 con nuevos capítulos que actualizan la edición original. El libro se transformó en un éxito de ventas y contribuyó a difundir a su autor, que inició de esa manera una etapa de escritor que tuvo sus puntos altos en otras exitosas buografías como la de Pappo (2011) y Luis Alberto Spinetta (2019).
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