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Pregúntenles a estudiantes de quinto año si saben qué es Conociendo
Rusia y la respuesta será aún menor que si les preguntan quién es Andrés
Calamaro. Por supuesto que si le preguntan por algún trapero, todos
sabrán su nombre a coro.
Y ni se molesten en consultar por Mateo Sujatovich.
Y sin embargo, este autor de canciones, cantante, guitarrista (multinstrumentista, en rigor) metió casi 15 mil personas en el Movistar Arena dos veces en los últimos meses, para un público, en su estimación “de los pocos veintis a los treintis… como si te dijese 22 a 37”.
En un momento en el que el rock definitivamente no está de moda,
sorprende la existencia de Conociendo Rusia. No es un grupo, sino un solista bajo el nombre de una banda.
Con tres breves discos, es un fenómeno que nació en YouTube, se extendió a las plataformas de streaming y llegó a las radios.
Ya parecía una quijotada que encarase tres Gran Rex el
año pasado: lo del Movistar, con una puesta en escena de nivel
internacional, que incluyó tres pantallas y el detalle de una plataforma
por la que Sujatovich subió a escena, supera toda predicción para un proyecto que apenas tiene cuatro años, y que lleva al pop rock argentino a un nivel de convocatoria que eludió a decenas de artistas que lo precedieron.
En persona
Sujatovich es ameno y descontracturado. En las oficinas de su sello, cuando una de sus agentes de prensa pregunta qué se va a beber, aparte del agua fresca, Mateo solicita un mate con termo.
Su look es continuación de su imagen escénica: lleva aros en cada
oreja; en la izquierda, al aro está enganchada una chapita para abrir
latas de bebida. El pelo tiene cierto pedigree Stone; casualmente, en más de un período integró la banda de Juanse. Viajó a Las Vegas, por dos nominaciones a los Grammy Latinos.
Ganó su compinche y padrino Fito Páez, pero quién le quita la foto con
un héroe del pop rock como Elvis Costello. El 2022 fue consagratorio a
nivel local: ganó el Gardel a Mejor Artista de Rock, superando a Fito, Calamaro y Palo Pandolfo.
Mateo comenzó Conociendo Rusia en sus últimos veinte, pero ya estaba
bien formado como músico en más de un aspecto. Su apellido remite a toda
una familia de músicos.
Su abuela paterna, Pichona, daba clases de piano, incluyendo a Charly García durante un tramo de Serú Girán. Su padre, Leo Sujatovich, fue uno de los tecladistas de Spinetta Jade, además de llevar uno de los más importantes estudios de música para publicidad, TV, radio y cine. Por último, Luna, su hermana, es una destacada pianista y compositora con aires folclóricos.
Primeros pasos
El primer aprendizaje musical de Mateo llegó gracias a su abuela.
“Hasta mis 8, 9 años, la tuve a Pichona. Debo haber hecho un año y
medio de clases.” Nada muy formal: “Jugar, tocar cositas, aprender un
poquito a moverse en el piano. Aprenderme algo de Fito Páez: creo que le
había pedido Mariposa Tecknicolor”. Las vueltas de la vida: Mateo tocó guitarra en el disco de Páez Canciones para aliens, producido por su padre, y durante la pandemia escribieron y grabaron el simple Tu encanto.
Conociendo Rusia continúa un lado cancionero del rock argentino,
de buenas melodías y estribillos adherentes, con raíces como Páez,
Calamaro o el García de los ochenta. Pero en un momento las cosas
podrían haber sido distintas: “En 2003 nos vamos a vivir a España, tres
años y medio”. Su padre, para compensar el cambio de continente, lo
llevó a probarse al Real Madrid.
-¿Cómo te fue?
-Ehh, más o menos. Me quedé jugando en una escuela del Madrid, que
era algo más light que las inferiores, que eran bravísimas. Yo aparte
medía muy poquito y ya había pibes que eran gigantes y jugaban mucho. Eso debe haber sido a mis 13.
Más importante para su futuro, comenzó a aprender guitarra con un maestro legendario: Claudio Gabis,
guitarrista de Manal: “Con Claudio empiezo a tomar clases en mi último
año en España. Un poco lo básico, los acordes mayores, los menores. De
cero: ‘Esto es Do, esto es la (nota) tónica, esto es Hey Joe de Jimi Hendrix, vamos a tocarlo’. Y aprender la (escala) pentatónica de a poquito, pero (estaba) mega verde”.
Para cuando los Sujatovich retornaron en 2005, Mateo tenía el
secundario por la mitad. Cuando egresó, se perfeccionó en la Escuela de
Música Contemporánea.
Y ahí comenzaron sus primeras changas: “Apenas termino el colegio, mientras estudiaba en la Escuela y tocaba con mi banda Detonantes, daba clases de guitarra como laburo”.
También trabajaba en fiestas: “En todo tipo de eventos: casamientos,
bat mitzvahs, quinces; todo, todo tipo de nivel, desde el Hilton hasta
una casa x. Rock nacional era una empresa que tenía bandas. Cuando
terminé de tocar en las fiestas y fui dejando las clases, empecé a
laburar con mi viejo”.
Mateo Sujatovich, cantautor
Entrar a la agencia de su padre fue el verdadero aprendizaje: “Habrán sido más o menos seis o siete años. Ahí hacía de todo.
Producía, tocaba: cuando teneś que hacer jingles o música para tele,
tenés que tocar todo, saber producir y grabar; medio que te transformás
en multinstrumentista haciendo ese trabajo. Durante mucho tiempo
trabajamos con mi primo Ezequiel Silverstein; después se fue a hacer
otras cosas y quedamos mano a mano con mi viejo”.
Aunque había tocado en Detonantes, la banda de su amigo Joaquín
Carámbula (otro de los hijos del enorme actor uruguayo Berugo), Mateo
tuvo que pasar por un evento traumático para que finalmente se decidiese
a hacer su propia música. Después de varios años en pareja, se separó.
-¿Conociendo Rusia empieza como una forma de canalizar ese bajón?
-Un poco sí. Las canciones arrancan a ser compuestas un poco desde
ahí, A veces las separaciones son momentos que generan mucho impulso: en
un momento la vida parece que no es la misma, son cosas muy profundas. Y
a mí me generó mucho power, como “Bueno voy a tener que hacer algo distinto con mi vida porque así tal como está no me gusta, entonces me voy a mandar a hacer este disco que hace millones de años que quería hacer”. Pero no tenía canciones,
era una especie de ilusión, de deseo. Tenía una o dos canciones
escritas o a medio escribir, y con ese impulso hice dos, tres más, y así
terminé grabando siete canciones.
-¿Estás en pareja actualmente?
-No (sonríe).
-¿Por qué Conociendo Rusia y no Mateo Sujatovich?
-Yo creo que Conociendo Rusia es un nombre de fantasía; me divertía
buscarle un nombre al universo que yo estaba generando que se saliera de
un nombre propio. Me daba más posibilidades de imaginarme cosas. Cuando encontré Conociendo Rusia, dije “Ah, esto es un disparador de muchas imágenes, muy visual”, y eso me permitía volar más.
-Tus discos son bastante cortos.
-Uno es de siete y dos son de nueve temas. No compongo tanto,
no tengo tantos temas en general. Tengo doce y descarto tres, quizá.
Hasta el momento tampoco me tomé tanto tiempo para hacer discos. En
cuatro años saqué tres discos, entonces eso tampoco da tanta cantidad de
temas. Si me tomara un poco más de tiempo tal vez haría discos más
largos, que es quizá lo que haga para el próximo.
Debut y después
Aunque no le mostró el primer álbum (2018) a sus padres hasta que estuvo terminado, luego, Leo se convirtió en su arreglador de cabecera: “Ese disco no tiene ni vientos ni cuerdas, entonces tras tantos años trabajando en conjunto con mi viejo tenía ganas de valerme por mí mismo,
sin contar con opiniones. Entonces dije ‘Lo hago así y después lo
muestro’. Luego me pareció un chiste que no hacía falta sostener. Cuando
necesité cuerdas y vientos para Cabildo y Juramento (2019) lo llamé porque es el que más me gusta cómo lo hace”.
Al hacer su primera base en You Tube, Mateo tuvo la idea de hacer un clip para la totalidad de cada álbum, filmados sin cortes.
“El día en que yo programo la sesión de fotos para el primer disco,
me doy cuenta de que hay varias plataformas en las cuales iba a salir.
Una era You Tube, y dije: ‘Bueno, si es una plataforma de videos, es una
picardía que no haya un video para You Tube’.
Entonces dije: ‘Voy a poner un video’.” Para el video de Cabildo y Juramento, filmado una noche en cámara lenta y en blanco y negro,
trató de acercarse a la nostalgia por esa esquina de Belgrano, muy
distinta en su adolescencia a lo que es hoy: “Siempre lo que es, es lo
que es. Es decir, éste es el Cabildo y Juramento al que pude ir, el de
esta época”.
El clip de La dirección es un plano secuencia con una
cámara que gira en círculos mostrando una casa donde Mateo comienza a
cantar el disco solo, hasta terminar en una fiesta con sus amigos
disfrutando del resto de las canciones.
-En cuatro años pasaste de debutar frente a 200 personas a
tocar ante casi quince mil. ¿Cómo hacés para que no te coma la cabeza?
-Un poco te come la cabeza, estoy destinado a estar un poco chapa,
porque no es normal este ascenso, pero también lo disfruto porque me
gusta lo que hago. La gente es muy cariñosa y me
permite hacer estas cosas, porque si no te compran la entrada las quince
mil personas, tampoco te podés mandar a hacer un show de este estilo,
con esta producción, con una mega pantalla, porque lo tenés que armar en
un lugar así. Entonces soy un agradecido de que la
realidad que tiene Conociendo Rusia permita que yo pueda aprender y
montarme siempre en una nueva aventura cada vez más ambiciosa. Todo esto
me agarró un poco grande. Tengo 31, no 19, 20, 21: ahí tenés menos
herramientas, menos historias vividas y quizás es más difícil. Yo ya
tengo mi camino andado y eso me permite mantener mis pies sobre la
tierra.
-¿Cómo ves el rock hoy?
-Ahí está, haciendo su camino, quizá es un momento
en que no abundan grupos populares de rock; obviamente están los
clásicos, pero hay pocos nuevos grupos rockeros con popularidad, y
después está lleno de música nueva popular y géneros que están, digamos, en cierto alce, que respeto, pero no consumo.
En un momento, Mateo nombra casi al tuntún influencias
o artistas que admira. Y aparece el de Bill Evans, el pianista de jazz
más mencionado por músicos de rock. Ya su padre evidenciaba su marca en
Spinetta Jade. Pero Mateo no conoció a Evans por Leo: “Me lo mostró
Luis”.
-¿Luis Alberto?
-Sí… Cada tanto me daba discos, y una vez me dio uno que a él le gustaba mucho y que me voló la cabeza, que es un disco de Bill Evans con Claus Ogerman: Symbiosis. “Vos tenés que escuchar esto”.
Curiosamente, el vínculo con Spinetta no llegó a través de su padre sino vía la hija menor del Flaco, Vera, a quien Mateo conoció por un amigo en común.
“Y bueno, en un momento me presentó al padre. Y le dije ‘Yo soy
Mateo Sujatovich’. Mi viejo no estaba en ese momento en contacto: lo retomaron más por nosotros,
los hijos, que por ellos mismos. Ya estar caminando tres cuadras al
colectivo para ir a lo de Luis Alberto para mí era lo más increíble, ya
flasheaba. Entrar a su casa, charlar un rato, y tocar la guitarra,
cantar, todo muy grosso. Tocábamos blues.”
-¿Te sentís heredero de una tradición cancionera del rock argentino?
-Yo siento que es la música que más me gusta. Heredero, no sé, me suena muy cinematográfico, tipo El señor de los anillos:
Aragorn, que es heredero de… Creo que soy alguien que afortunadamente
en este momento hace canciones y convoca gente, lo cual es un flash. Me parece que se me vincula con artistas que hicieron grandes cosas en este país y seguirlos es algo muy lindo.
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