Black Francis considera que es mejor no tomarse muy en serio a Pixies
La banda que admiraba Kurt Cobain publica un nuevo disco, “The Night the Zombies Came” y su líder dice que es vulgar “hablar sobre nosotros mismos, si somos importantes o lo que sea, solo porque sí”
Muertos vivos, restaurantes suburbanos con temática medieval, un centro comercial. Druidismo, pollos decapitados, renacimiento. Iglesia, matanza de ovejas, ciencia ficción. Estos son algunos, no todos, de los temas tratados en el décimo álbum de estudio de Pixies, The Night the Zombies Came. Una colección caleidoscópica de 13 canciones —su primer álbum con la nueva bajista Emma Richardson— que oscila entre el folk, el punk, la psicodelia y de vuelta, sin encajar nunca en una fórmula particular.
En realidad, The Night the Zombies Came se desarrolla como una película: cada canción es una pequeña viñeta. El líder y artista visual Black Francis, nacido Charles Thompson, dice que eso se manifiesta especialmente en sus canciones lentas o midtempo, aquellas donde valoran el espacio y el reverb, una elección energética tanto como musical.
“Cuando tocas música surf, pero la vistes con un esmoquin o lo que sea, terminas creando algo que es un poco más del estilo del spaghetti western, ¿verdad? O más, ya sabes, Ennio Morricone”, dice. “No somos muy buenos en ningún género particular. Nos gustan todos los géneros de la llamada música popular”.
Eso es evidente en todo The Night the Zombies Came”. Momentos de folk ecléctico traen influencia de Shirley Collins; el tono monótono y cantado de Black en “Jane (The Night the Zombies Came)” es una mezcla entre Baxter Dury y Sleaford Mods, aunque él dice que la canción es “una mezcla de Lou Reed y música religiosa”. El pop peculiar de guitarra con la técnica palm mute en “Hypnotized” está escrito de manera vaga en el estilo de una sextina, una forma poética. La canción de cierre “The Vegas Suite” está basada en el estándar de los años 50, “ Whatever Will Be, Will Be” (popularizada por Doris Day). “No hay realmente un tema unificador”, dice Francis, y realmente no lo ha habido en ninguno de los álbumes de Pixies.
Pero los oyentes, por supuesto, son libres para establecer sus propias conexiones: como la que podría hacerse entre “Ernest Evans”, una explosión vibrante sobre el cantante estadounidense Chubby Checker, mejor conocido por “The Twist” y “Kings of the Prairie”, inspirada por los trovadores mexicanos recorriendo la Costa Oeste. Allí, la imagen de un calendario exhaustivo de shows —la carretera abierta, un mar interminable de puertas de motel y recitales— parece un hilo temático en un álbum lleno de giros inesperados.
En realidad, The Night the Zombies Came se desarrolla como una película: cada canción es una pequeña viñeta. El líder y artista visual Black Francis, nacido Charles Thompson, dice que eso se manifiesta especialmente en sus canciones lentas o midtempo, aquellas donde valoran el espacio y el reverb, una elección energética tanto como musical.
Y funciona: los Pixies siempre han sido outsiders; eso hace que su música conecte.
A principios de este año, Doolittle, uno de los grandes discos de rock alternativo de las últimas décadas —y ciertamente el que consolidó su banda como una fuerza excéntrica, extraña y revolucionaria en el rock de guitarras de fines de los 80, antes del estallido grunge— cumplió 35 años. Francis no es de usar un aniversario como herramienta para la reflexión, más bien sugiere que su relación con el álbum sigue igual. “Creo que sabíamos que estábamos haciendo un buen trabajo en ese momento”, dice. “Nos alegró que a la gente le gustara”.
“Con el riesgo de sonar falsamente humilde, realmente no es mi posición ir y decir, ‘Bueno, aquí es donde se sitúa mi música en el panteón de los grandes discos de la historia’ y todo ese verso”, dice. “Es difícil hablar sobre tus propios discos si son influyentes o importantes o lo que sea porque sí. Suena un poco vulgar”.
Doolittle vino después de Surfer Rosa, el canonizado álbum de 1988 conocido por los fans de Nirvana como el que inspiró a Kurt Cobain para hacer Nevermind (1991). Es uno al que muchos han estado regresando en 2024, tras la muerte prematura de su legendario productor, Steve Albini, después de un ataque al corazón, en mayo de este año. Tenía 61 años.
“Fue agradable, en cierto modo, trabajar con alguien que no se lo tomaba todo demasiado en serio, que no nos tomaba tan en serio, que era un poco casi desdeñoso”, cuenta sobre “el método Albini”. “Esa es una actitud... Que uno puede adoptar cuando haces tu arte o lo que sea útil. Sirve no tomárselo todo tan en serio. Tienes que estar dispuesto a decir, ‘Es bueno, pero también podríamos destruirlo todo ahora mismo y empezar de nuevo.’ Quiero decir, no debes ser tan preciosita”.
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