Bill Wyman es conocido como el "Stone Silencioso" por su papel como bajista de los legendarios Rolling Stones. Sin embargo, detrás de su apodo y su contribución al éxito de la banda, se encuentra una historia de injusticia. Wyman fue víctima de un robo de autoría por parte de Mick Jagger y Keith Richards, quienes se atribuyeron uno de sus mayores éxitos.
En sus memorias, Wyman narra los eventos que llevaron al robo de su hit. Durante una sesión de composición, Wyman presentó una melodía y letra que tenía potencial para convertirse en un éxito masivo. Sin embargo, Jagger y Richards, motivados por su ambición y ego, decidieron tomar la canción para sí mismos, excluyendo por completo a Wyman de los créditos.
Este acto de injusticia dejó una profunda herida en Bill Wyman. A pesar de su papel fundamental en el éxito de los Rolling Stones, su contribución fue ignorada y minimizada. A lo largo de su carrera, Wyman demostró ser un talentoso compositor y músico, pero su legado ha sido eclipsado por la sombra de Jagger y Richards.
A través de sus memorias, Wyman busca hacer justicia y contar su versión de los hechos. Revela cómo su creatividad fue pisoteada y cómo su talento fue subestimado por aquellos que se beneficiaron de su trabajo. Su historia sirve como un recordatorio de las complejidades y rivalidades dentro de una banda icónica como los Rolling Stones.
A pesar de la injusticia sufrida, Bill Wyman continúa siendo reconocido por su aporte musical. Su legado como bajista y miembro fundador de los Rolling Stones trasciende las controversias y perdura como una parte esencial de la historia del rock.
A los 86 años, el bajista que acompañó a la banda durante tres décadas habla abiertamente en la presentación de un libro de fotos.
El bajista que formó parte de los Rolling Stones durante las primeras tres décadas de la banda, ahora a sus 86 años, ha decidido abrirse y compartir sus experiencias en la presentación de un libro de fotos. En este evento, se le brinda la oportunidad de hablar sobre diversos aspectos de su vida y carrera.
Durante su tiempo como miembro de los Rolling Stones, este talentoso bajista dejó una huella indeleble en la historia de la música. Su contribución al sonido distintivo de la banda fue fundamental y su presencia en el escenario se convirtió en una parte icónica de su imagen. Ahora, en la presentación de este libro de fotos, tiene la oportunidad de reflexionar sobre su trayectoria y compartir anécdotas que resuenan en el corazón de los fans.
Con la sabiduría acumulada a lo largo de los años, el bajista ofrece una perspectiva única sobre los altibajos de la fama y la vida en una banda legendaria. Habla de las experiencias compartidas, los desafíos enfrentados y los momentos de inspiración que marcaron su carrera. También comparte detalles íntimos sobre su vida personal y las relaciones con sus compañeros de banda.
Esta presentación del libro de fotos se convierte en un encuentro especial para los fans y para aquellos interesados en la historia de la música. Brinda la oportunidad de escuchar directamente de la fuente cómo fue ser parte de los Rolling Stones durante tantos años y cómo ha influido en la vida de este notable bajista.
A los 86 años, con una carrera musical y una vida plena a sus espaldas, el bajista se presenta ante el público con una sinceridad y autenticidad que son dignas de admiración. Su testimonio revela una historia única y fascinante que continúa cautivando a los seguidores de los Rolling Stones en todo el mundo.
A sus 86 años, Bill Wyman luce una apariencia envidiable, vistiendo una campera negra que luego cambia por un casual canguro celeste decorado con tres líneas naranjas en forma de V en su manga izquierda. Completa su atuendo con pantalones de vestir azules y modernos zapatos oscuros.
Con lentes y una sonrisa que se mantiene en su rostro relajado, Wyman se acerca tímidamente, saluda a los presentes y se sienta a la espera de la moderadora. En la prestigiosa galería Iconic Images, expone una vez más su libro de fotos titulado "Stones From The Inside - Rare And Unseen Images" (Los Stones desde adentro: Imágenes raras e inéditas), una fabulosa obra de 270 páginas.
La muestra se encuentra a pocos pasos de Piccadilly Circus, en Londres, a solo minutos del emblemático Big Ben. Las paredes de la galería exhiben icónicas imágenes de Jimi Hendrix, Brigitte Bardot, Sofia Loren, Sean Connery, Michael Caine, The Beatles, The Who, Frank Sinatra, David Bowie, Bruce Springsteen, Audrey Hepburn, Led Zeppelin, Elton John y, por supuesto, de los Rolling Stones.
Wyman se sorprende por la presencia argentina y lamenta no haber podido visitar nunca nuestro país. Abandonó la banda un par de años antes de la primera visita de los Stones a Buenos Aires, que tuvo lugar en 1995. Aunque no podrá venir como turista, ya que hace años que no toma aviones, me acerco como un fan respetuoso (y entusiasta) para contarle que viajé especialmente para verlo y cumplir mi sueño de entregarle personalmente mi libro sobre el legado sociocultural de su ex banda en Argentina, "República Stone".
Me felicita por el campeonato del mundo obtenido en Qatar 2022 y menciona que su corazón está con el Crystal Palace en la Premier League. Hablamos de Messi, de Maradona, y yo le comento sobre Bochini ("el ídolo de Maradona") mientras le entrego un ejemplar de "Orgullo Nacional", el texto que coescribí con mi colega Claudio Gómez sobre la hazaña de Independiente al obtener el Nacional de 1977.
Durante nuestra conversación, Wyman comparte su pasión por la fotografía, una afición que ha cultivado a lo largo de los años. Sus fotografías capturan momentos únicos y revelan su talento artístico más allá de la música. Es evidente que su creatividad y expresión artística trascienden las fronteras de la banda y se extienden a otros aspectos de su vida.
En ese encuentro especial, tengo el privilegio de presenciar cómo Wyman se conecta con los fans y comparte su legado con generosidad y entusiasmo. Su presencia y el impacto duradero de su música y su arte continúan inspirando a nuevas generaciones de aficionados a los Rolling Stones en todo el mundo.
"El hermano menor de mi madre -cuenta- estaba en el 8º Ejército inglés luchando en el Norte de África contra los alemanes. A los soldados les daban cigarrillos gratis, pero él no fumaba, así que se los canjeó a un italiano por una cámara. Cuando regresó a su casa, yo estaba viviendo allí con mi abuela y me ofreció su antigua cámara. Así, a los 9 años obtuve mi primera cámara de cajón Brownie".
Agrega: "Cuando junté suficiente dinero para conseguir una película, recorrí el pueblo tomando fotos. ¡De la iglesia, las casas, las puertas, las entradas del parque, monumentos, fachadas extrañas! Nunca le tomé a mis hermanos y hermanas o mis amigos. Desafortunadamente, nunca las conservé porque se perdieron a medida que crecí".
Y dice: "Un par de años después de unirme a los Rolling Stones, logré ahorrar algo de dinero. Estaba en París con los chicos de gira, fui a una tienda y compré una Nikkormat con un lente de 8 milímetros. Le sumé otro Nikon de 135 y lo usé por el resto de mi carrera".
-¿Cómo fue tomar fotos de los Stones en los tours, o de otros músicos en distintas circunstancias?
-Siempre traté de hacer tomas naturales. Nunca me gustó la gente posando, así que sólo tomé fotos casuales. Me gusta sacar con la lente larga para que no estén pendientes y ni siquiera tener que decirles que miren a la cámara. Así pude obtener imágenes naturales. Igual puede fallar. Por ejemplo, nunca puedes conseguir una buena de Ronnie Wood. Es un lunático y es imposible que no haga todo tipo de caras y morisquetas. ¡No puede actuar en forma normal, jaja!
-¿Cómo era fotografiar a los demás?
-Charlie era genial. El más fotogénico de la banda. Tengo imágenes maravillosas de él. Mick siempre fue más difícil. Me decía, "Bueno, quita ya esa cámara, Bill", pero el resto me dejaba hacer lo que quería. Así tengo capturas en aviones, en habitaciones de hotel, en camarines y hasta en el escenario. Cuando no podía tomarme a mí mismo, le daba la cámara a mi novia, la dejaba configurada con la distancia y las instrucciones, y de esa manera obtuve bastantes fotos de los conciertos y presentaciones en vivo.
Brian Jones también era muy fácil de fotografiar. ¡Uno de mis favoritos! Brian y yo estuvimos mucho juntos en los primeros días. Compartiendo hoteles, salidas y más. Pasé gran parte del tiempo con Brian en los años ‘60. Solíamos ir a los clubes por la noche y salíamos con chicas. Tengo muchas películas de los Stones de esa época, 35 reels de película que permanecen inéditos. Nunca vieron la luz, lo que es algo realmente bueno.
-¿Cómo fue el proceso de publicación del libro? Tenías 4000 imágenes para seleccionar. ¿Cómo hiciste para quedarte con 300?
-Tomé algunas decisiones inusuales, pero en general quedaron las más casuales, aquellas en las que ni siquiera saben que están siendo fotografiados. Y hay varias descartadas que son también muy bonitas. Las mejores son aquellas en las que nadie te está prestando atención. Y era un hecho que no podían quedar afuera las del Rock And Roll Circus con John Lennon y toda esa gente maravillosa. Allí están varias de mis favoritas.
-De las fotos de “Stones From The Inside” ¿tenés alguna favorita?
-¡Sí! La de Jerry Hall es mi preferida. A ella le encanta, y para mí es una captura simplemente preciosa. Hay una de Mick leyendo la Biblia en un hotel en Toronto que también es muy buena. De vez en cuando, tienes mucha suerte de ver un momento. Ves que todos los colores coinciden con la persona.
Nuevo disco y libro
-Estás trabajando en varios proyectos ¿Tenés un nuevo álbum?
-Sí. Tengo un nuevo disco en solitario con la mezcla terminada, que ahora se está masterizando. Un álbum de 12 temas. A diferencia de los anteriores, éste es sólo con voz, guitarra, bajo y batería. No hay piano ni vientos.
Y tengo un nuevo libro en manos de los editores. Un trabajo de unos cuatro años sobre Chelsea. Se llama Chelsea, From Medieval Village to Cultural Capital. Es otra obra fotográfica y también informativa. Busqué colores, calles, hice búsquedas todos los años. Es algo diferente. Cada calle que verás tiene una historia visual real de Chelsea. También hay animales, pájaros, peces, fotos de puertas, de pisos, de paredes, de la gente y más. Un intenso recorrido con la historia de cada lugar, ilustrado con más de 300 fotos.
La autoría de un hit
-Vayamos a la música. ¿Deberías estar en los créditos de “Jumpin’ Jack Flash”?
-Y… yo inventé el riff. Estaba en el estudio jugando con el piano junto a Charlie y Brian tocando ese riff tan contundente. De repente aparecieron Mick y Keith. Me dijeron: “Eso es muy bueno, no lo olvides”. Luego Keith lo pasó a la guitarra y Mick escribió la letra. Yo no lo olvidé, pero ellos sí se olvidaron de incluir mi nombre en los créditos. El riff es todo mío. Cosas que sucedían muy a menudo.
Lo mismo pasó con otras canciones como Ruby Tuesday. Creé la base y luego ellos vinieron para convertirla en otra “Jagger/Richards”. Así son las cosas, aunque yo viva con la satisfacción de saberlas mías y tenés que vivir con eso que no siempre obtenés el crédito que te corresponde. Estoy muy orgulloso de ciertas canciones y de los libros que tuve las chances de publicar.
-¿Brian Jones merecía también el crédito de algunas canciones?
-Bueno, él nunca escribió nada realmente, pero era increíble con los instrumentos. Simplemente los encontraba en el estudio y de inmediato los tocaba como si lo hubiera hecho toda la vida. Era extraordinario y eso hizo que buena parte de todas esas canciones fueran brillantes, como Lady Jane y tantas otras. Todas esas de la década del ’60 tienen su huella o cosas que él aportó. Sin sus participaciones no hubiera sido lo mismo.
Muchas veces estábamos en el estudio rodeados de instrumentos de alguna orquesta y era capaz de ir tocando cada uno de ellos. Dulcimer, piano, flauta, slide, lo que tuviera a mano. No recibió mucho crédito, ¿verdad? Hoy la banda continúa teniendo gran cantidad de fanáticos en todo el mundo, pero muchos no saben quién fue Brian Jones, lo cual es triste, porque él inventó a los Stones y es un derecho, un reconocimiento que no se le puede quitar.
-¿Qué recordás del multitudinario concierto en el Hyde Park en 1969?
-Eso fue una cosa extraordinaria. Por un lado, muy triste porque Brian acababa de morir, lo cual fue terrible. Todos nos reunimos en mi suite de hotel en el Hilton. Mick estaba muy fastidioso y además estaba enfermo, no sabía qué hacer hasta que surgió la lectura del Adonais de Shelley. Fuimos en un camión blindado, porque si no hubiera sido imposible llegar. Había mucha expectativa, al punto que la gente comenzó a llegar la noche anterior. Había más de 300 mil personas, muchos de ellos encendiendo fogatas. Había un clima pacífico.
La cuestión es que no pudimos afinar. ¡No teníamos nada! Así que subimos al escenario, hacía calor y todos nuestros instrumentos cambiaron la afinación. Cuando pasás de diferentes temperaturas, por ejemplo del hotel al estudio, tus instrumentos cambian. Pero claro, cuando estás en vivo frente a casi medio millón es dificultoso afinar.
-¿Ese fue el único problema que recordás?
-Sí. El problema en ese concierto fue ése. La afinación no resultó buena en cine, pero el momento fue increíble. Mirabas y era una alfombra interminable de cabezas de diferente color hasta el horizonte y en todas direcciones y hasta con gente colgada de los árboles. ¡Tremendo!
Había gente por todo Londres. La música se escuchaba desde Oxford St., no había nadie en las tiendas. Estaban todos escuchando la música en las calles. Fue todo un acontecimiento y muy amigable, fue pacífico. Tras el concierto la multitud recogió la basura y lo hizo organizadamente sin que nadie se los pidiera. Fue asombroso.
-Como coleccionista, ¿cuál es el ítem favorito entre tantas cosas que guardaste todos estos años?
-Colecciono de todo. Tengo mis libretas de racionamiento de la tarjeta de identidad y todo tipo de efectos personales y objetos de cuando era niño. Mi abuela me enseñó a recolectar en tiempo de guerra, me dijo que juntara todas esas ordenanzas. Y por supuesto, continué haciéndolo cuando entré a los Stones, porque pensé, “Bueno, voy a estar en esta banda por un par de años nomás”.
Mi favorito es un bajo que construí yo mismo. Cuando me uní a la banda fui el cuarto. Me uní el 8 de diciembre de 1962. Hice el bajo en 1961 en el sur de Londres. No tenía el dinero para comprar uno y sin saberlo inventé uno sin trastes. No lo sabía, pero me dijeron hace unos 20 años que fue realmente el primero, por eso lo tengo escondido en mi casa de campo.
-Volviendo a lo musical. ¿Qué opinás de la música actual?
-Falta composición. Cuando escucho en restaurantes, tiendas y en la radio y la televisión es evidente que es muy pobre. ¡No hay canciones, es ritmo y nada más! Son como artículos para niños. No hay gente creativa escribiendo. Sí, hay algunas chicas geniales en el jazz y los viejos siguen haciendo cosas fantásticas, como Dylan y Eric Clapton.
Los jóvenes se meten en Internet y se la pasan bien con nada. Lo sé y lo veo por mis hijas y sus amigos. Al cabo de tres minutos pasan a otra cosa. ¡El lapso es cada vez más corto, no puedo soportarlo! Quizás mi padre dijo lo mismo sobre los Rolling Stones, porque él tampoco estaba acostumbrado a eso y probablemente sea parte de mi edad.
-¿Qué relación tuviste con los Beatles? ¿Y con Bob Dylan?
-Veía bastante a Ringo viviendo en Montecarlo. George tocó para mí en Love Letters, una canción de los Rhythm Kings. Me dijo, “¿Para qué me querés, si tenés a dos de los mejores guitarristas del mundo allí? Sólo tocaré una nota, ¿ok?”. “ ¡Perfecto!, esa es la nota que necesitamos”. Fue siempre muy humilde y agradable. Por desgracia murió al año siguiente.
También fui amigo de Paul. John era más difícil, éramos amigos, pasé tiempo con él, pero siempre fue un poco difícil. Una vez estábamos cenando en Los Ángeles en la casa de un amigo y me dijo, "¿Sabes qué? Quisiera continuar con mi carrera, pero abrirme a otros proyectos, me encantaría ir a la ruta con vos y con Charlie". Sin dudas hubiese sido una muy buena combinación.
Y Bob Dylan fue siempre muy agradable. Brian era un gran amigo de Bob y pasaban mucho tiempo juntos, haciendo y jodiendo. En síntesis, fui muy afortunado en la vida: no hay libro de quejas.
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