Rareza. Una banda que no habla del todo bien de Gustavo Santaolalla, después de haber sido producida por él. “Queríamos sacar otro disco y el loco decía: ‘Bueno, sí, manden los demos. Bueno, me voy con Bajo Fondo’. Así no se puede”, dice Yazurlo.
Castelar esconde lugares que uno nunca va a terminar de descubrir: parques arbolados, oasis pulmonares y calles de casas bajas que guardan historias que esperan ser contadas. Como cualquier otro lugar del mundo. En el fondo de un coqueto chalet sobre la calle Sarmiento, el cantante Emanuel Yazurlo y el guitarrista Juan Manuel Bruno, dos de las terceras partes de La Zurda que quedaron en pie junto al batero Leonel Macaluse, espantan mosquitos con las manos, sin importarles demasiado que éste no sea el tiempo natural para este tipo de simpáticos insectos. En el medio, algunas facturas, un mate interminable y ciertas reflexiones en pleno mayo de una banda que intenta escapar de la etiqueta de “reggae latino” y parece dejar atrás los días de la inocencia.
“En un punto no nos jode porque somos latinoamericanos, por eso nos gustaría tocar rock and roll, pero mezclado con una copla. No me gustan los estilos ‘todo ska’ o ‘todo reggae’, ahora que está de moda”, lanza Emanuel, escritor y multiinstrumentista. Juan refuerza el concepto: “Tratamos de buscarles la vuelta a las canciones y hacer algo original, entonces esas categorías te tiran a la mierda todo el trabajo”.
Con diez años en la ruta, La Zurda vivió menos emociones que un grupo definitivamente consagrado, pero cosechó más vivencias que las que uno pueda imaginar: giras por Europa, trabajar con Gustavo Santaolalla, renunciar a Santaolalla, llenar La Trastienda, grabar un segundo trabajo con productores de altísimo nivel (la dupla Guyot-Toth) y enfrentar la pérdida de algunos miembros. Y aunque los procesos sean dinámicos, su alejamiento de la escudería del ex hippie y actual barón del rock latino los hizo crecer más de la cuenta.
Yazurlo entra al área, esquiva al arquero, y dispara: “A veces los tiempos discográficos no son los tiempos naturales del artista, y vos viste cómo es el loco, tiene los tiempos de California, que no son los de Luzuriaga (risas). Nosotros queríamos tocar y sacar otro disco, y el loco decía: ‘Bueno, sí, manden los demos. Bueno, me voy con Bajo Fondo’. Así no se puede”. Mientras le entra a una de hojaldre, el guitarrista afirma con la cabeza y se apura en deglutir para sumar su posición: “Entiendo que cualquiera quisiera tener a Santaolalla de productor, pero para nosotros cortar fue sano porque nos hicimos cargo de la carreta. Así que armamos un simple de tres canciones, nos fuimos a Italia, lo vendimos allá y eso nos alcanzó para seguir grabando el disco. Fue como pasar de California a Del Cielito sin escalas”. Para todos, el romance con la tierra del Toto Schilacci fue más fuerte de lo que imaginaron: solamente en 2005 realizaron dieciocho shows con excelentes críticas en Roma, Florencia, Perugia y Milán. Esto desencadenó la presentación del tema Santa Anita en MTV Italia y un mini-recital en Radio Popolare en vivo para todo el país.
Para viajar –lanzado bajo Pirca Records y sucesor de Falopero este mundo de 2001– es el resultado de meses y meses de experiencias que el pequeño combo multicolor acumuló sobre una furgoneta, en cientos de escenarios y en la quietud del estudio. Acercándose a la canción de rock y alejándose un tanto de los sonidos autóctonos de la culturas de América que se desprenden de su debut. Un abanico musical que les sirvió a los zurdos para ir en busca de una identidad nacida de un tejido, tan firme como elástico, que “intenta sostener un estilo de manifestación cultural propia del sudor de quienes iluminan los rostros apagados con la alegría de la música popular”, de acuerdo con el manifiesto que se halla en su página web. Aunque para ellos, gran parte del cambio se encuentre en los viajes, donde la personalidad se pone a prueba ante la fragmentación.
“Viste cómo es el primer álbum, ¿no? Uno tiene las canciones, sabe dónde quiere ir, pero a veces no sabe cómo explicarlo técnicamente. Entonces juntamos muchísima data y cuando nos reunimos para hacer el disco con Pablo y con Alfredo, todos íbamos hacía el mismo lado”, explica Bruno. Pero esa pequeña transformación no fue solamente una decisión estilística sino que trajo consigo un período natural de maduración que llevó a La Zurda a perder algunos dientes y quedar hoy como un trío. Hecho que no sacudió las bases de los pibes de Haedo sino que potenció su fortaleza.
“Tal vez en éste haya menos percusión, porque la banda está menos latin music y más europea. Supongo que tiene que ver con salir de acá, con estar más rocker, con lo último que estuvimos viviendo. Pienso que Para viajar es más compacto que el anterior porque estamos proponiendo otra cosa, como la mezcla de hip hop con el rock y las canciones, que siempre están. Además, esta vez usamos instrumentos muy viejos. ¡Grabamos con los equipos que usaba Led Zeppelin, loco!”, sonríe Juan.
Sin tiempo para reflexionar sobre los compañeros caídos, esta segunda excursión discográfica servirá para lanzar nuevas campañas de conquista a lugares como Córdoba, Rosario y, otra vez, Italia. Allí estarán presentando el flamante material en julio, donde será editado a través del sello Venus. No sería raro teniendo en cuenta el espíritu nómade y errante de estos tres amigos. El mismo que los llevó a México en 2000, donde participaron del Vive Latino junto a The Wailers, Fishbone y los Cadillacs, conocieron a Santaolalla y... las bondades de la vida en gira.
“Pasamos por mil etapas, crisis, cosas buenas y no tanto, como tocar enchufados de la luz de la calle o estar sin diez centavos en el Sheraton de Miami cuando volvíamos del festival”, confiesa Emanuel. Pero como su infinito deambular tiene como destino la aventura, Europa los curtió musical y humanamente, y su pasaporte ya deja muy pocos espacios en blanco. Recuerda Juan: “A España, por ejemplo, nos fuimos sin equipos, sin guitarras y tocamos igual, porque los chicos de Einstein (hijos del Oeste radicados en Madrid) nos hicieron el aguante, ya que no teníamos una puta línea. Terminamos tocando en un pueblito que se encuentra en el límite con Portugal que se llama Tui. Es un lugar que quedó aislado de todo. En el centro de la ciudad había un escenario redondo donde cantaban los juglares hace cientos de años, así que nos subimos y tocamos para la gente de ahí, que es muy rara. Como ésa, tenemos miles”.
* La Zurda estará presentando Para viajar el próximo sábado 30 de junio en La Trastienda, Balcarce 460. A las 21.
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