Imagen: Cecilia Salashttp://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-2439-2006-09-28.htmlPor Julia GonzálezTodos la miran a María Ezquiaga (voz), tanto en la tapa de su segundo disco, Rosal, como en cualquier charla de café, igual a la que tuvieron con el NO en pleno Abasto porteño. Porque aunque parezca tímida y hable entre susurros, sus canciones pop son las que el resto de los Rosal quieren tocar. Ellos son sus fans y aceptan que esta mujer de cuerpo chiquito y voz frágil sea la líder de la banda pop que han puesto debajo de la bandera del rock femenino, si les cabe el mote: “A mí, como hombre, me cae perfecto”, dice Martín Caamaño (guitarra acústica). Ezequiel Kronenberg (guitarra criolla) también adhiere a lo que se canta en Rosal y Julieta Ulanovsky (bajo y coros) agrega que, sin ánimos de ofender, sus compañeros son hombres que tienen desarrollado su costado femenino.
María integró la banda de Sergio Pángaro entre 1997 y 2000, con quien grabó el disco Baccarat por el mundo, pero decidió abandonar al hombre del cóctel porque necesitaba elaborar su propio proyecto. Y así fue delineando sus canciones, que son las que más tarde enamorarían al resto de la banda. En el 2004 grabaron Educación sentimental, inspirados en el libro de Gustave Flaubert, siendo Rosal un trío conformado por María, Julieta y Ezequiel.
Después se fueron sumando el resto de los integrantes (Mauro en teclados, Martín y Fernando Samalea en batería y percusión en un principio, pero después fue sucedido por Juan Pablo Jacinto). Hasta que al año siguiente llegó el segundo disco, que se diferencia del primero por ser más intimista y por lograr una conexión musical entre los cinco, por eso se llama como la banda: “Yo pienso que tratamos de cambiar de disco a disco —-dice Ezequiel—, no sé si es forzado. Lo que tratamos de reflejar a nivel musical era lo que pasaba con nosotros en vivo. Fue un retrato fiel de todos nuestros shows y mostramos una manera de tocar”. Y el tercer disco aún no está editado en la Argentina, pero ya se vende en Japón.
—¿Cómo se sienten estando fuera del sistema comercial del rock?Ezequiel: —Básicamente bien, por la libertad que te da de controlar artísticamente tus canciones. A nivel distribución, siendo independientes, vos tenés un control y una libertad total de todo lo que hacés, cosa que a veces estando en compañías no pasa porque hay muchos intermediarios. Y por otro lado también estamos cansados porque hace 2 años que venimos ocupándonos nosotros de todos los aspectos. A veces pasa que no podés llegar a todos lados y está bueno que tal vez aparezca alguien y te facilite el acceso a esos lugares, como los festivales, o la difusión.
—¿Buscan ser masivos?Ezequiel: —No nos restringimos en nada, hacemos las cosas a nuestra manera, con nuestra estética y buscamos que sea genuino, no lo buscamos adrede, musicalmente hacemos lo que nos gusta. Tenemos un feedback de la gente, no es enorme, pero nos permite seguir tocando y grabando.
“Tenemos una gran emoción y admiración por los temas de María y es como si fuera una zona en la que todos podemos aportar, es como un saco que te queda bien”, dice Julieta haciendo alusión al motor de la banda, las canciones. María tratará de explicarlo y dice que hay dos corrientes: “Los temas que escribí son como intimistas y hablan de sentimientos. Pero en general, el tema es ir profundizando la búsqueda sin explicar demasiado las cosas al que lo está escuchando. Aunque, contradictoriamente, las letras tratan de hablar claramente”, finaliza.
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