Es mejor no tomarse muy en serio a Pixies

  Black Francis considera que es mejor no tomarse muy en serio a Pixies La banda que admiraba Kurt Cobain publica un nuevo disco, “The Night the Zombies Came” y su líder dice que es vulgar “hablar sobre nosotros mismos, si somos importantes o lo que sea, solo porque sí” Por Maria Sherman Muertos vivos, restaurantes suburbanos con temática medieval, un centro comercial. Druidismo, pollos decapitados, renacimiento. Iglesia, matanza de ovejas, ciencia ficción. Estos son algunos, no todos, de los temas tratados en el décimo álbum de estudio de Pixies, The Night the Zombies Came. Una colección caleidoscópica de 13 canciones —su primer álbum con la nueva bajista Emma Richardson— que oscila entre el folk, el punk, la psicodelia y de vuelta, sin encajar nunca en una fórmula particular. En realidad, The Night the Zombies Came se desarrolla como una película: cada canción es una pequeña viñeta. El líder y artista visual Black Francis, nacido Charles Thompson, dice que eso se manifiesta especialm

aguas (re) fuertes

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/32-2627-2007-02-09.html

Estar cerca del mar no garantiza la frescura. Un chapuzón puede calmar hasta que el sol seque de a una las gotas que se desparraman sobre la humanidad. Una vez seco, el sol pulveriza. De vez en cuando sopla algún viento, levanta arena árida, la arremolina y la deposita en los ojos. Y en medio de esta oda al calentamiento global en plena costa argentina, se vislumbra a lo lejos un vendedor de pirulines. Camina lento, como cayéndose. Corre peor suerte porque no es un vendedor común y corriente. Está vestido de Mickey Mouse, con esa cabezota de utilería, enorme y desgastada por los veranos. Las orejas ya no son negras sino marrones, deslucidas por la ferocidad del sol. Tiene guantes de lana y chaleco azul, zapatillas enormes como naves espaciales y pantalón brilloso de alguna extraña tela circense. De nada le sirve la sonrisa dibujada debajo del hocico altanero, los rayos del sol lo están devastando. Los pirulines salen un peso. El vendedor que se somete al disfraz cada tanto asoma la cabeza a la superficie y trata de respirar un poco de aire. Pero el aire que ofrecen estas costas es caliente. Quiere ponerle onda y es inútil. Algunos chicos se acercan y lo saludan. “¡Mirá, má, es Mickey!” Una nena le pregunta cuánto sale el pirulín y él levanta el dedo índice y le indica “uno”, un peso. La nena le da la monedita y él a duras penas separa el chupetín del tubo de telgopor y se lo da. Como puede, da media vuelta y sigue pateando las playas calurosas en busca de más clientes. ¿Cuánto ganará a razón de un peso el pirulín, teniendo en cuenta el disfraz? Porque por atrás pasa un pibe en malla y ojotas a los gritos pelados: “¡Hay pirulines, a un peso!”, y los nenes lo atacan con sus monedas en alto. Parece que acá vestirse de Mickey no es una buena estrategia de venta. ¿Cuánto calor podrá soportar dentro del disfraz? Lo más probable es que al día siguiente, con este tema del calentamiento global, Mickey ya haya renunciado.

Comentarios