Los hijos del Oeste tocan el 23 de junio en el estadio ex Obras Sanitarias. Un show dedicado a ellos mismos, por todo lo que la pelearon para tocar en Capital, dicen sentados en una calle de su barrio, Lugano. En esta entrevista también hablan del nuevo video que grabaron en el penal de Ezeiza, de los cambios que trajo la masividad y de cómo quedó la escena rocanrolera a dos años y medio de la tragedia de Cromañón.
La sala está demasiado oscura. Invitamos, entonces, a Toti, a Pedi y a Sikus a su segundo hogar, la musa de todas sus canciones: las calles de Lugano, barrio que fue testigo de los primeros ensayos con instrumentos prestados que hacían los primeros Jóvenes Pordioseros inspirados en su héroe, la gran bestia rockera, los Rolling Stones. Sin problemas, ellos agarran sus camperas, al perro Homero y nos llevan a un pasaje a pocas cuadras del lugar.
Sentados en la vereda, comentan que el show del 23 de junio en ex Obras Sanitarias se lo dedican a ellos mismos por todo lo que la pelearon para poder tocar en Capital. El recital es un día antes de la segunda vuelta de las elecciones a jefe de Gobierno. ¿Macri o Filmus?, preguntamos. "Gane quien gane, es lo mismo, si después lo que dicen no lo van a hacer. Desde que tenemos uso de razón acá se mató, se violó, se vendió el país, ¿qué me quieren vender a mi?", contesta Pedi. "Yo voto al que me consiga cosas. La posta es esa, de Lugano, peronista", se ríe Toti.
Dejando a un lado los comicios porteños, JP avisa que ya están cocinando algunas canciones para el sucesor de su último disco, Sangre, y que también está listo su próximo video. "Como es una canción de amor, queríamos que la imagen sea un poco más cruda, queríamos hacer una historia un poco más tumbera, que no sea vaya tan a lo obvio", explica Toti, hasta que es interrumpido por el camión de reparto de sifones. Muy profesional, continúa: "Que no se vaya tan a Laport, Solita y al Sodero".
Para escaparle al romanticismo, cuentan se metieron en el penal de Ezeiza y tomaron prestada una historia real que le contaron los "pibes de ahí adentro". "Dicen que cuando vos entrás la única que queda con vos es tu mamá, que después las minas desaparecen todas. Es una obviedad, si te comés cinco años. La historia se trata de eso, de un chabón que está desesperado porque llama por teléfono y la mina no atiende y no lo va a visitar", cuenta Toti y dice que aprovechando su paso por la cárcel, inauguraron un taller de música y tocaron para los presos. "Tocamos tocamos, eh. Nada de playback", agrega Podi.
Por otro lado, comentan que la masividad no los afectó en nada. "Notamos que hay pibes chicos que no les gusta que salgamos en la tele, en las revistas o en la radio. Pero nosotros seguimos haciendo las mismas cosas de siempre", jura Pedi. Toti cuenta que él tuvo que dejar de ir a lugares de rock porque siempre hay diez que lo quieren y diez que no. "Yo salgo para divertirme y, por ahí, íbamos a un boliche con mis amigos y me agarraba un chabón a las cuatro de la mañana para decirme que nos vendimos y terminábamos todos a las piñas. Entonces, dejé de ir a lugares de gente que no te conoce y habla por hablar. Pero comparto un montón de cosas con mis amigos de siempre, paramos en la misma esquina. Por ejemplo, hay treinta pibes que vienen a vernos desde Cemento. Ahí yo me pongo a pensar y digo: si los pibes siguen siendo los mismos, nosotros tanto no cambiamos ".
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