Fernando Ruiz Díaz, líder creativo de Catupecu Machu, compartió recientemente detalles sobre su recuperación tras sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) el 15 de febrero de 2024. Con valentía, reconoció que el proceso de recuperación fue una verdadera montaña rusa emocional, pero subrayó que la música fue su mejor medicina: “hacer música fue mi mejor terapia”, declaró en la entrevista La música como clave de sanación Más allá de los tratamientos médicos formales, Fernando apostó por el arte como herramienta curativa. Señaló que componer, tocar y crear música no solo le devolvió fuerza física, sino que también le ofreció estabilidad emocional durante los momentos más difíciles. La música, explicó, le permitió reconectarse consigo mismo y enfrentar las fluctuaciones internas tras el ACV . Emoción en subebaja constante Durante su recuperación, el músico describió su estado anímico como una montaña rusa emocional . Admitió que, incluso en medio de la calma, aparecían olas de incertidum...
Paul gilbert, ex guitarrista de mr. big
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Por Daniel Jiménez
Billy Sheehan lo definió como uno de los mejores guitarristas del mundo. Y el afamado bajista no es precisamente un hombre de elogio fácil. A la edad de quince años, Paul Gilbert ya había aparecido en la columna de Mike Varney en Guitar Player como “nuevo talento”. Un indicio de lo que este flaco desgarbado de 41 años nacido en Illinois iba a convertirse pasada la adolescencia. Confiado por las críticas positivas que llegaban de fanzines y pequeñas revistas de rock, permaneció una temporada como estudiante honorífico en el Guitar Institute of Technology de Los Angeles. Embrión geográfico que le serviría como radar para cazar músicos y formar su propio proyecto, en 1986 de la mano de los metaleros Racer X, con los que editaría los discos Street Lethal y Second Heat y junto a quienes ganaría un nombre en la escena de California. Por segunda vez en la Argentina, hasta donde llegará para promocionar Get Out of my Yard (2006), Paul se reconoce “consumidor de todo tipo de música”, algo que, aclara, proviene de su familia. “Mis padres no tocaban ningún instrumento; el que lo hacía era mi tío. Con él aprendí muchas cosas y más que nada recibí instrucciones precisas sobre cómo tocar la guitarra. Es más, hace poco estuvimos a punto de editar un álbum los dos juntos. Algo así como un ‘Family Style’, pero de la familia Gilbert (risas).” Una vez fuera de Racer X, el propio Sheehan se acercaría a él y lo convencería de ser parte de Mr. Big, un combo de enfermitos de la ejecución en el cual se consolidó como uno de los únicos guitarristas de metal con un impecable sentido de la melodía y con la habilidad suficiente para sacarle provecho a una capacidad técnica que pocos pueden ostentar. “Cuando formé Racer era muy joven y no sabía bien qué quería de la vida. Lo único que tenía en mente era perfeccionarme en la guitarra. Y al mismo tiempo me metía en el rock and roll con una tremenda banda de metal, así que todo me sorprendía”, confiesa. “Con Mr. Big compartí algunos de los momentos más felices de mi vida, tocando al lado de monstruos como Billy Sheehan o Pat Torpey, de quien aprendí mucho y no sólo en el plano musical. Lo bueno de Mr. Big radicaba en que todo fluía y no había nada preestablecido.” De regreso a Buenos Aires (su debut porteño fue en 2005), el norteamericano se define como “un tanto vago” para trabajar, excusa que esgrime para explicar que las presentaciones de Get Out of my Yard aún no han finalizado.
Paul Gilbert toca el 7 de julio en La Trastienda. A las 23.
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