Jorge Luis Borges, el “enemigo” público de Carlos Gardel
Por qué el autor de El Aleph era crítico del Zorzal Criollo.
“A Gardel no le gustaba el tango.” La frase provocadora no podía venir sino de Jorge Luis Borges, que en su gusto por la polémica afirmaba que a Gardel no le gustaba ni cantar ni bailar tango y le negaba al género prototípico de la música porteña el carácter de popular, vinculando el sentimiento criollo exclusivamente a la guitarra.
A Borges le gustaba el tango previo a Contursi y no estaba entre los admiradores de Gardel: “Creo que Gardel contribuyó al ablandamiento del tango; Gardel y un instrumento tardío, originario del barrio de La Boca, que fue el bandoneón”. (1)
Es cierto que los primeros conjuntos no incluían el bandoneón, pero sí la guitarra, junto con flauta y violín. Esa era la primera formación tanguera, como trío, al que se podía agregar el piano si estaba disponible en el local. También es cierto, como recordaba Vicente Loduca, que al principio se trataba de un instrumento resistido por los músicos de tango.
Pero para cuando Borges, que había nacido en 1899, pudo haber escuchado algún tango por primera vez, ya había muchos bandoneonistas en Buenos Aires y ese mismo año debutaba a sus 18 años, en el café El Vasco, de Barracas, el trío de Juan Maglio “Pacho”, el primer virtuoso del “fueye”.
La incorporación de este instrumento, inventado en Alemania medio siglo antes, revolucionó el modo de ejecución.
“Gardel –decía Borges– unió el drama al tango como si él mismo lo protagonizara, a la manera de un personaje de ópera.” (2)
Carlitos no pensaba lo mismo, se consideraba intérprete pero no protagonista de aquellos tangos: “Con frecuencia me preguntan cómo arreglo o qué camino sigo para componer mis tangos, y mi deseo es eludir la respuesta pues temo desilusionar al curioso, ya que muchos creen que para escribir tangos es necesario estar en condiciones de amargura”. (3)
Borges y el tango canción
Pese al disgusto manifiesto de Borges por el tango canción y por Gardel, nada pudo impedir que se conmoviera cierta vez con la música identitaria de Buenos Aires.
Ocurrió en Texas cuando, invitado por la Universidad para dictar una conferencia, visitó en su casa a un amigo paraguayo que le hizo escuchar unos tangos que merecieron esta reflexión de Georgie:
“Tocó todos los tangos que aborrezco, realmente: flaca, fané y descangayada… La Cumparsita... Yo me decía qué vergüenza, estos no son tangos; qué horror. Y mientras yo estaba juzgándolos intelectualmente, sentí las lágrimas que estaba llorando yo, de emoción. Es decir, yo condenaba aquello intelectualmente, pero al mismo tiempo me había llegado y yo estaba llorando”. (4)
En otro escrito se refirió a Gardel así: “He conversado con algunos de sus amigos; su obligada condición de profesional que debía ganarse la vida no le impidió ser generoso. Bastaba que uno le dijera que andaba necesitado, para recibir de su mano un fajo de billetes..."
"... Su gloria máxima fue póstuma. Ha tenido muchos imitadores; ninguno, me aseguran, lo iguala. Buenos Aires se siente confesada y reflejada en esa voz de un muerto. Días pasados oí decir: ¡Ese Gardel! Cada día canta mejor”. (5)
En lo que tenía razón Borges era en que al comienzo de su carrera, Gardel no era partidario de cantar tangos porque todavía sus letras llevaban la “marca” de su origen orillero como para incluirlas en un repertorio apto para públicos teatrales.
Todo cambiará en 1917 cuando se le animó a Mi noche triste, pero esa es otra historia.
Citas:
1. Jorge Luis Borges, “A Gardel no le gustaba el tango”, Clarín, jueves 19 de junio de 1975.
2. Gardel , Mito y polémica, El mundo, sábado 12 de junio de 1965.
3. Diario Clarín, domingo 9 de diciembre de 2012, Suplemento “Gardel eterno”, pág. 9.
4. Citado por Leonardo Vacarreza, “Noticias de un tango escrito por Borges”, La Lagartija Emplumada, Año 1, Nº 1, La Paz, Bolivia, septiembre de 2004. 5. Jorge Luis Borges, El tango y Gardel, en Carlos Gardel. Tango que me hiciste bien, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, junio 1985, págs. 8 y 9.
E.M.
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