Cine comunitario y cómo filmar una historia de amor
El cineasta Gustavo Winkler cuenta cómo fue rodar “El año pasado en
Tapiales” en el contexto de la producción comunitaria, en La Matanza.
Criado en Ciudad Evita, La Matanza, el realizador Gustavo Winkler cuenta como logró llevar el cine y su magia, al contexto cultural del conurbano. Producto de ese esfuerzo es el cortometraje “El año pasado en Tapiales” una historia basada en hechos reales, ocurrida en Tapiales, partido de la Matanza.
Relata, en blanco y negro, el reencuentro fortuito de dos ex amantes.
La respuesta al acertijo sobre la ruptura, se encuentra en una carta que
sobrevivio al tiempo, dentro del ombú tradicional de la plaza de la
zona, por mas de 20 años.
Gustavo Winkler, por entonces un joven amante del
cine, interesado en el arte y lo social, abandonó la carrera de Ciencias
Políticas durante el turbulento 2001 e inició sus estudios en ENERC,
para convertirse en productor cinematográfico. Con varios cortometrajes
en su haber, se embarcó en la idea de acercar la realización cinematográfica
a zonas vulnerables del conurbano bonaerense. Fue así que, con un
equipo 100 % matancero, se rodó “El año pasado en Tapiales” junto a Julio Caloggero.
Es un cortometraje sensible, independiente y con una visión artística
dentro de un paisaje barrial y costumbrista, que mantiene el legado
cinematográfico de los films de Francois Truffaut.
¿Cuál es su experiencia dentro del ámbito del cine comunitario?
Hace diez años soy profesor del único Taller Municipal de Cine de La
Matanza, denominado “Matanza vamos a Filmar”. Es un espacio de la Casa
de la Cultura de Laferrere, donde enseñamos de forma gratuita, anual y
sin límite de edad: la práctica de cómo hacer cine comunitario,
orientado al estreno en festivales de cine.
Estos diez años permitieron que se produzcan más de 50 cortometrajes y
que nazcan diversas productoras de cine orientadas a la cultura
audiovisual. Se creó una red de productoras audiovisuales independientes
y con el estreno de “El año pasado en Tapiales” en Cine.Ar Play, ese
crecimiento está consolidado.
¿Qué mecanismos le parece que se podrían ajustar o incentivar para que se produzcan más cine?
Es necesario mantener un fondo de fomento acorde al contexto actual,
que permita incentivar la producción de films de toda temática y
diversidad. Los principales países europeos tienen instituciones
regulatorias de incentivo a la producción y al sostenimiento del mercado
audiovisual orientado tanto al público nacional como internacional.
Idealmente, el incentivo debería ser a todo tipo de producción, pero
focalizado las producciones medianas y chicas que tienen un campo rico
de innovación y creatividad desconocido por el mercado, tanto por un
déficit en la distribución como en la comunicación.
¿Qué temáticas le atraen para filmar?
Mi experiencia está focalizada en el género de la comedia urbana que
tuvo muy buenos resultados de crítica y recepción. Me atrae mucho más el
thriller psicológico y el film noir surrealista como camino hacia una
ópera prima. David Lynch, David Cronenberg, David Fincher hasta Hugo Del
Carril, Damián Szifron y Gaspar Noe son referentes de un estilo de cine
de autor que me inspira, como a muchos jóvenes cineastas.
¿Cómo nació el proyecto de cortometraje “El año pasado en Tapiales”?
Fue la segunda entrega de una trilogía de cortometrajes que
realizamos junto a Julio Caloggero, que obtuvo el premio a mejor
cortometraje en el Festival de Cine Latinoamericano LatinUy de Punta del
Este. Un largo recorrido que finaliza con la proyección por la
plataforma Cine Ar Play este año. En 2014, filmamos “Love Bondi Story”
que fue proyectado en diversos festivales de cine nacionales e
internacionales. Su difusión y el buen recibimiento nos permitieron
preparar una secuela y, en 2019, pudimos cerrar la trilogía con la
producción de la comedia costumbrista “Todos somos Roberto”.
¿Qué impacto tuvo en tu labor como cineasta el recorrido del film en diversas pantallas?
En 2018, a raíz de la experiencia con el cortometraje, fui becado por
la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños en
Cuba. Residí en las afueras de La Habana por casi un mes, en las
instalaciones de la escuela fundada en 1986 por Gabriel García Márquez,
con antecedentes en la crítica cinematográfica, y el documentalista
argentino Fernando Birri, con el respaldo del gobernante cubano de ese
momento, Fidel Castro. Dicha institución forma parte, junto con el
Festival internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, de
una Fundación que integra el Comité de Cineastas de América Latina, que
presidió el mismo Fernando Birri, acompañado del productor argentino
recientemente fallecido Coco Blaustein. Lo estudiado en el Taller de
Cine de bajo Presupuesto del cineasta Hector Tokman, me permitió
desarrollar otros proyectos y participar en otros festivales.
Después de su experiencia en Cuba, que lo formó y apuntaló en el cine comunitario, ¿cómo continuó tu camino al respecto?
Fui convocado por SIGNIS Argentina para ser Jurado en la entrega del
Premio SIGNIS. Se trata de una asociación internacional de comunicadores
que participa con sus premios en los Festivales internacionales de San
Sebastián, Venecia y muchos más. En Argentina desarrolla numerosos
proyectos “edu-comunicativos” orientados a chicos y jóvenes de bajos
recursos, para vincularlos al lenguaje audiovisual y cinematográfico con
su Programa “Cine Mundo Chico”. Después de finalizar mi labor en las
premiaciones realicé un curso en la Universidad Javeriana de Bogotá,
becado por la asociación, para promover el desarrollo educativo en el
lenguaje audiovisual en La Matanza. Hoy en los barrios de Puerta de
Hierro y Monoblock de Tablada llevamos a cabo el Taller Audiovisual para
la Comunicación Digital, con la participación de casi 50 jóvenes de la
zona.
¿Es verdad que el público argentino es poco adepto al cine nacional?
Es algo que estuvo cambiando a lo largo de las últimas décadas. El
reconocimiento del cine argentino se impuso desde el exterior, con
numerosos premios y presencia en festivales. “El secreto de tus ojos” y
“Relatos salvajes” hasta films más independientes como “Rojo” o
“Alanís”, por nombrar algunos, obtuvieron su lugar de referencia en el
cine nacional. Muchos de esos films a veces no fueron acompañados por la
taquilla local, no tanto por un tema de prejuicio, sino por una
cuestión de comunicación y marketing que en lo referido al cine
argentino nunca se consolidó de forma sistémica, en comparación con los
films estadounidenses. Los estrenos de los films argentinos, desde hace
años, tienen un acotado circuito de exhibición. Con el boom de las
plataformas, puede ser la oportunidad de cambiar ese paradigma.
¿Una recomendación del cine nacional que no nos podemos perder?
Mi recomendación es que acompañen a los festivales de cine nacional.
Son pantallas para films argentinos que no suelen tener estrenos en
salas comerciales y tienen un nivel de creatividad reconocido en el
exterior. Festivales como el Festival de Cine de Tapiales, el Festival
de Cine Inusual, el Buenos Aires Rojo Sangre o la Nave de los Sueños,
exhiben películas de autor de diversas temáticas: costumbrista , terror,
experimental o documental que contempla otro tipo de cine. Un cine que
abre la mente y aporta un valor que no se encuentra en plataformas o
salas comerciales.
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