Luis Gribaldo era uno de los integrantes históricos de la banda del fallecido cantante "Ricky" Espinosa. En una filmación hecha por sus seguidores, afirma que el Presidente es anarquista e insulta a Perón y al kirchnerismo. https://youtube.com/shorts/ivRfn_KX-eQ?si=MXfD8_5n-7-U_tpx La nueva grieta entre quienes apoyan las políticas del presidente Javier Milei causó una inesperada división entre los integrantes de una histórica banda de punk rock argentino. Se trata de Flema, el grupo que supo liderar el fallecido cantante Ricky Espinosa, que continúa con alguno de sus miembros en la actualidad. El guitarrista Luis Gribaldo, más conocido como Luichi fue expulsado de la banda luego que se viralizara un polémico video de él, donde se lo puede ver en estado de ebriedad, entre gritos e insultos, apoyando a Milei. En el video también se ve cómo un hombre le ofrece cocaína a una chica que está con el grupo que discute con el músico. "Aguante Milei", grita el hombre a unos...
Abel Pintos
Publicado por
guile
el
Obtener vínculo
Facebook
X
Pinterest
Correo electrónico
Otras apps
Entrevista
El increíble giro que dio la vida de Abel Pintos en tres años
Antes de lanzar una serie de 30 conciertos en el Opera, el cantante explica los cambios y detalla el proceso interior que vivió.
Abel Pintos, hoy: "Me siento feliz, amado y contenido", dice el cantante. Foto: Ariel Grinberg.
Hay algo de misterio en Abel Pintos. Algo que lo hace impenetrable y a la vez, distinto. ¿Será su tono pausado para hablar, un tono tranquilo,
cierta postura zen o la habilidad para dar algunas respuestas sobre su
vida sin revelar demasiado? Lleva 30 años haciendo música y es uno de
los artistas más convocantes de la Argentina.
El público lo ama, lo sigue a donde vaya, llena sus conciertos y disfruta de sus canciones y de su voz. Y pareciera que no le piden más.
No hay morbo, no hay escándalos, no hay murmuraciones escabrosas. Siempre fue Abel y su música. De hecho, hasta hace tres años se sabía muy poco de su vida privada.
En 2020, el artista revolucionó las redes sociales anunciando que su novia Mora Calabrese (empresaria chaqueña) estaba embarazada (ella ya era mamá de Guillermina, hoy de 14 años). La noticia fue una gran sorpresa.
El bebé, Agustín, nació el 22 de octubre de ese año. Y el 25 de septiembre de 2021, Abel y Mora se casaron con una boda soñada. Final feliz para una historia que tuvo muchas idas y vueltas, desencuentros, distancias y mucho, pero mucho, amor.
Es la mañana de un día soleado y la charla sucede en la suite presidencial del Palacio Duhau-Park Hyatt Buenos Aires.
Abel llega puntualísimo, a las 9 de la mañana, con su chofer y el resto del equipo: jefa de prensa, encargada de redes y su vestuarista, que es Anita, la hermana mayor de Lali Espósito.
Mientras preparan el vestuario para la producción fotográfica, Abel se ceba unos mates sentado en el living. Luce tranquilo y contento a la vez.
Está en plena movida por los treinta conciertos que dará en el Teatro Ópera Orbis durante mayo, junio y julio. Este miércoles 18 es el primero de la serie.
Todas las fechas están agotadas superando su propio récord, que fue veintiuno shows en el mismo teatro, hace siete años.
"Siempre me dejé moldear por la vida y por los cambios"
Abel Pintos
Las cifras de la carrera de Abel impactan: trece álbumes editados, llenó quince veces el Luna Park entre 2013 y 2015, dos estadios River Plate sold out en diciembre 2017 y fue número uno en iTunes, Spotify y Deezer con su single Como te extraño.
Si mencionamos premios, lleva ganados varios discos de Platino, un disco de Oro por el álbum La llave (2007) y diecisiete premios Gardel, incluyendo tres de Oro. Sólo Charly García lo empata en este último rubro.
-Se habla de tu gran cambio, de lo abierto que estás, de que hay un nuevo Abel. ¿Es así?
-(Se ríe) Todas las etapas son un nuevo nosotros. Y yo siempre me dejé moldear por la vida y por los cambios. A lo largo de mis 38 años he cambiado mucho y de manera muy radical.
-Antes eras más hermético y hoy estás más abierto...
-Sí, a eso apuntaba. Hubo un proceso interno que me hizo cambiar. Fue hace tres años y me llevó a mostrar y compartir esta nueva vida familiar que me da tanta felicidad. Que me sorprende a diario y que todavía estoy descubriendo.
-¿Y cómo se dio todo?
-Antes
de arrancar este camino, lo primero que planteé a mi familia, a Mora y a
Guillermina, hoy de 14 años –pero que en ese entonces tenía 11 y es mi
hija también–, fue que yo necesitaba que ellas me acompañaran en este
proceso de cambio, que no iba a ser sencillo. Y que consistía en
correrme de mí, salir del protagonismo y del escenario principal de mi vida. Porque hasta ellas, mi único mundo era el mío y el de la música. Y yo no quería empezar una familia de esa manera.
Abel Pintos y su boda con Mora Calabrese, el 25 de septiembre de 2021.
-Querías dejar el ego de lado…
-Sí, dejar el
ego y el personaje. No iba a ser sencillo. Hubo momentos de resistencia.
Pero superado ese proceso, hoy me siento parte de una familia y
funcionamos de esa manera. Hoy me encuentro aprendiendo mucho. Todo es muy novedoso.Funcionamos como un grupo familiar. Y no soy el de la voz cantante en mi intimidad.
-¿Cuánto hace que se conocen con Mora?
-Nos
conocimos hace nueve años en un concierto en Pampa del Infierno. Ese
mismo día supe que ella estaba casada. Dejamos de vernos por un tiempo. Y
cuando me la volví a cruzar, Mora ya estaba divorciada. Ahí comenzó un
camino muy largo de idas y vueltas. Sobre todo porque ella estaba mucho
más abierta a la relación y yo estaba en otra etapa. Pero siempre supe que ella era la persona indicada. Ella modificó mi persona.
-¿Sufriste cuando te enteraste de que estaba casada?
-No,
pero nunca perdí de vista que yo había dejado de ser la persona que era
hasta el momento en que la conocí. Ella puso en jaque un montón de
emociones dentro de mí. Aprendí a desafiarme a mí mismo emocionalmente a raíz de lo que vi en ella y de lo que ella me provocó. Fueron como seis años de proceso interno. Y cuando todo se asentó en mí, sentí realmente que quería estar con ella.
-¿Es tu gran amor?
-Es
un gran amor desde el día en que la conocí. Y nosotros no celebramos el
tiempo de pareja, que lleva tres años. Nosotros lo que celebramos es el
día en que nos conocimos, porque entendemos que ahí comenzó nuestro
vínculo de una manera u otra. Y todo lo demás que vivimos, que fue duro,
que fueron idas y vueltas, mucha distancia, formó
parte de nuestro camino. Y decidimos casarnos en septiembre del año
pasado porque sentimos que habíamos terminado de completar una serie de
procesos individuales para poder ahora comenzar el proceso familiar.
"Nos fuimos a vivir a Chaco porque la familia de Mora es de ahí".
Abel Pintos
-¿Por qué se fueron a vivir a Resistencia, Chaco?
-Para
estar cerca de una de las dos familias. Toda la familia de Mora vive
allá, en cambio la mía en distintas ciudades del país. Queríamos que
nuestros hijos se criaran bien cerca de una de las dos familias. Nos
fuimos en 2020, durante la primera vez que se abrió la restricción y se
podía viajar por ruta sacando un permiso civil. Cargamos las valijas y
nos fuimos. Vivimos un tiempo en la casa de mi suegra hasta que
encontramos departamento. Ahora estamos construyendo nuestra casa.
-¿Cómo sos con las tareas del hogar?
-Yo
me despierto más temprano que todos. Amanezco a las seis de la mañana.
Lo primero que hago es despertar a Guillermina. La ayudo con el desayuno
y sus cosas. Después ella se va a al colegio y yo me quedo adelantando
cosas de la productora. Mora y Agustín se levantan entre las ocho y
nueve de la mañana. Entrenamos juntos con Mora. Hacemos
gimnasia funcional en casa con una preparadora física. El bebé está
cerquita nuestro. Y apenas terminamos de entrenar, Mora quizás hace
algunas cosas de oficina y yo me quedo con Agustín o viceversa. Todo muy
natural. No hay tareas asignadas.
-¿Siempre quisiste ser padre?
-Yo
no deseaba ser padre hasta que lo deseé con Mora. Nunca había tenido la
fantasía de ser padre ni había deseado buscar un hijo hasta que lo
decidimos con ella.Pero siempre supe, desde mi despertar sexual a los 17 años,
que al margen de lo que disfruto de la sexualidad, iba a querer ocupar
el espacio de padre en algún momento de mi vida. Porque la posición que
ocuparon mis padres, aún con sus aciertos y sus desaciertos, fue muy
linda. Me enseñaron mucho y a mí me gusta aprender.
-¿Y qué te enseñaron?
-De
mi padre destaco la cultura del trabajo. Él fue siempre muy
emprendedor. Hizo de todo: vendió seguros, disyuntores, materiales de un
corralón. Mi padre fue de estar en contacto con la gente y de escuchar sus necesidades
y ofrecerles cosas en base a eso. Me gustó esa parte suya de estar al
servicio del otro. Porque en lo mío, lo artístico, hay una parte más
egoísta. Yo no canto lo que la gente necesita. Decido yo si quiero hacer
temas alegres o tristes. Ahora, cuido mi voz para ponerla al servicio
del otro.
Abel Pintos junto a su bebé Agustín y Guillermina, la primera hija que tuvo Mora.
-Y de tu mamá, ¿qué aprendiste?
-Mi mamá fue ama de casa para nuestra casa y para otras familias. Fue una gran trabajadora y lo sigue siendo, pero lo que aprendí de ella es a estar en contacto con mis emociones.
Hay una anécdota muy clara: yo tenía cinco años, estaba escuchando un
disco de Mercedes Sosa y empecé a llorar. Fui asustado a decirle a mi
madre que no sabía por qué lloraba y que tenía miedo. Mi madre me
preguntó por qué tenía miedo. Y le dije: “Porque estoy llorando y no me
duele nada”. Ese día mi mamá me enseñó que uno podía llorar por
felicidad. Comprendí al llanto como una expresión emocional y no como algo bueno o malo. Y así fui empezando a manifestar mis emociones.
-Que te llevó un tiempo soltarlas, ¿no? Al menos, públicamente...
-No, porque ser reservado es otra cosa. Yo soy reservado como mi mamá. Ella es transparente, pero reservada con sus cosas privadas, con su intimidad.
-Igual, vos ahora estás mejor...
-(Ríe)
Primero, ser reservado no es malo. Yo cuento todo lo que cuento hasta
donde yo quiero contar. Siempre sigue siendo más grande la porción de mi
intimidad que queda dentro que la porción que comparto con los demás.
-Y de chico, ¿también eras así?
-Sí.
Era muy intenso y me comunicaba mucho. Pero me costaba explicar cuando
me pasaba algo fuerte. Entonces, a través de la música, encontré la
forma de hacerlo. Cuando le quería explicar a mi mamá qué clase de miedo
sentía, le ponía Sueño con serpientes (de Silvio Rodríguez), que me
provocaba un miedo salvaje.
"Siempre fui muy mental. Yo repaso muchos las cosas desde lo racional".
Abel Pintos
-¿Y cuándo empezaste a componer?
-A los 18, 19 años, mucho después de empezar a cantar. Arranqué como solista a los 11. Mi primera canción se llama Sueño dorado. Se volvió conocida después.
-¿Hiciste terapia alguna vez?
-Hago
terapia. Retomamos la presencialidad hace un mes. Durante la pandemia
fue terapia telefónica. Me interesa mucho el psicoanálisis y me ayuda.
-Leí que también te interesa lo relacionado con el cerebro...
-Siempre fui muy mental. Yo repaso mucho las cosas desde lo racional.
Por suerte, he encontrado el equilibrio: trabajo mucho desde la razón
y, en el momento en el que le doy play a algo, dejo que la dinámica de
la vida opere. Me voy amoldando a lo que la naturaleza y el universo van
haciendo con eso que yo propuse. Lo cual me permite ser estructurado
como me gusta, pero no me hace sufrir esa estructura. No la padezco,
porque me doy respiros.
-Cuando te mirás al espejo, ¿te gusta lo que ves?
-Sí,
me gusta lo que veo y me siento feliz por dos motivos: por un lado,
porque me siento muy bien y entiendo que eso lo voy a transmitir. Y por
otro, me encargo de que lo estético acompañe lo que siento por dentro.
Porque lo estético es una herramienta más de comunicación.
Lo que visto, el look que uso en la cara con la barba cortada, barba
larga, el bigote, todo tiene que ver con como yo me siento.
Abel Pintos festeja el Gardel de Oro 2017, uno de los tres que ganó. Foto: Archivo Clarín.
-¿Hoy te cierra todo?
-Sí, pero
todo eso sucede porque me siento bien. Me siento feliz, amado, contenido
y, además, me siento equilibrado y maduro. Hoy confío mucho en mí
mismo.
-¿Te pesa la fama?
-No me pesa porque no me impide hacer lo que necesito o quiero cada día. Nunca nadie fue invasivo conmigo, por el contrario. Me siento un artista muy querido y me lo hacen saber. Y de ninguna manera eso me puede provocar algo que no sea alegría y emoción. Y me sigue sorprendiendo todo lo que sucede.
-Ahora se vienen los treinta conciertos en el Ópera, un nuevo desafío...
-Sí,
estamos hablando de cincuenta mil entradas que están por agotarse. La
última vez que yo toqué en Buenos Aires habíamos vendido veinticinco mil
dejando de agregar funciones. Ahora la realidad es que vivimos
en un país con una dinámica que no genera nunca un terreno de confianza
para los que producimos. Ir a por el doble de convocatoria es
una aventura para nosotros. Y lo hicimos porque conceptualmente, desde
la productora que formamos el año pasado con mis dos socios, que se
llama Plan Divino, pensamos en qué bueno sería imponer en la
Argentina el concepto de la “residencia”, que se usa utiliza mucho en el
exterior. Un artista toma una sala, se instala durante dos o tres meses
y ofrece una experiencia, no solo un espectáculo. Y el año que viene haremos una gran gira. Lo más probable es que comencemos desde Chile, trepemos hasta Norteamérica y después, Europa.
-¿Y te irías con toda la familia?
-No
lo sé, no somos muy estructurados con eso. Como te dije antes, nos
pusimos de acuerdo desde un principio en que no todo funcione alrededor
de mí. Nosotros somos una mesa redonda y todo se pone al centro de la
mesa y después vemos cómo hacemos con eso y quién acompaña a quién y de
qué manera. A veces vamos todo para el mismo lado y otras veces, cada
uno para su lugar.
Abel Pintos fundó su propia productora Plan Divino y planea una gira por América Latina, EE.UU y Europa. Foto: Ariel Grinberg.
-¿Sos de extrañar?
-¡Muchísimo! Cuesta, pero
la verdad no es doloroso, porque estamos muy conectados, realmente. Yo
estoy muy atento a todas las actividades del día de Mora, Guillermina y
Agustín. Y ellas también de mí. Porque verdaderamente compartimos todo. Y
todo hoy está sujeto a un análisis familiar.
-¿Qué más te gustaría cambiar?
-Hace dos años me estoy dedicando a atender vínculos.
Hay vínculos familiares que se dan por sentados y cuando las cosas se
dan por sentadas se las abandona, entre comillas, en el trato.
Con mis amigos, hermanos, con mis padres. ¿Qué pasa? Trabajé durante
muchos años con ellos, y ahora estoy volviendo a ser hermano de mis
hermanos e hijo de mis padres. Aunque, en realidad, cuando uno se
transforma en un padre, deja de ser hijo y pasa a generar un nuevo
vínculo. Con mis padres es más de amistad. Y con mis amigos lo mismo:
trabajan hace años conmigo y estoy aprendiendo a tener tiempo de amigos
con amigos.
-Entonces, nada para cambiar...
-No
sé, porque respeto todos mis bordes. Los siento en equilibro. Yo me
ocupo de mí o de cosas mías cuando siento que algo está más subido de
volumen que lo demás. Hoy me siento equilibrado. Eso no quiere decir que no cometa errores. Que al final del día no diga: 'Pucha, tal situación la podría haber manejado mejor'. Sé pedir perdón.
Agradecimiento: al Palacio Duhau-Park Hyatt Buenos Aires por los escenarios para esta nota.
Comentarios