A 23 años de la muerte de Joey: por qué Ramone y otras curiosidades del rey del punk

Su traumática infancia. El bullying en la escuela. Su precaria salud. La redención a través del rock y el por qué de su nombre. La idolatría en Argentina y los 20 años sin hablar con el guitarrista Johnny Ramone. Jeffrey Ross Hyman, conocido como Joey Ramone, nació el 19 de mayo de 1951 en el seno de una familia judía de Forest Hills, Queens, Nueva York, hace hoy 73 años. Un dato que pocos conocen, es que al nacer, tenía un teratoma adosado a la columna vertebral, por unfeto de un gemelo que no había terminado de desarrollarse. Se lo removieron con una cirugía. Pero nunca dejó de tener problemas físicos y psicológicos por aquel tumor extraño. Los seguidores de Ramones -banda pionera de punk rock que Joey integró entre 1974 y 1996 Jeffrey era un muchacho introvertido y solitario, de 1 metro 98, flaco y desgarbado, ojos miopes saltones, anteojos de muchísimas dioptrías y dentadura asimétrica. La futura estrella estudió en el Forest Hills High School, donde sufria bullying. Sus padres se

 La Chola Poblete: "Una obra puede ser política y tener preciosismo"

Artista seleccionada para el el stand Solo Project de Banco Ciudad.

 

March Mazzei

 



Una virgen ocupa el centro de la composición. Alrededor crece un ecosistema de figuras humanas contorneándose en tacos altos, vegetación colorida, trenzas y cóndores o una botella de cerveza Andes –elementos de la cosmovisión andina–; hay siluetas de una nude selfie, frases confesionales, un logo de Patricio Rey, iconografía de las vasijas precolombinas y jugadores de fútbol sin rostro. De una delicadeza preciosista, estas acuarelas sobre papel integran la serie Vírgenes cholas, que la artista trans La Chola Poblete (Mendoza, 1989) exhibe como solo project en el espacio que el Banco Ciudad tiene en arteba 2022.




Se suman unas máscaras de pan horneadas para la ocasión, aunque las acuarelas también están saliendo como pan caliente. “Son todos dibujos grandes que comencé este año, de las que algo mostré en ARCOmadrid”, contó a Ñ la artista cuya participación en la feria europea, en febrero, la catapultó. La reina Letizia eligió pasar por su stand a saludarla y se retrataron juntas, en una reversión del encuentro de dos mundos. Hoy, son otros mundos muy distintos, con esa reina plebeya y esta chica trans de rasgos aindiados como estrella pop de la escena del arte contemporáneo local.


Pop andino, dice Chola, en contraposición al Pop latino, esa entelequia regional construida para el mercado y, como toda etiqueta, pegada desde afuera.

 



En cada edición el Banco Ciudad premia a un artista con un stand exclusivo, a cambio de una obra; una odisea esta vez, ya que la producción de La Chola está casi toda vendida antes de la apertura. Después de Tenedor hereje, la comentada muestra en su galería porteña Pasto, de Barracas, de su paso estelar por Madrid –con el ascendente Mariano Mayer como curador del espacio latinoamericano–, y del fichaje de Victoria Noorthoorn para una muestra individual, Ejercicios de llanto, que está cerrando en estos días en el Moderno, su agenda rebasa de proyectos. A las actuales muestras colectivas en el exterior, se suman comisiones para el Museo Kunstalle de Portugal –donde está Gabriel Chaile–, una expo a fin de año en París –donde ya tiene galería, Jérôme Poggi– y el regreso confirmado a ARCO.


La performance y el dibujo fueron el germen de una poética a la vez combativa y delicada. “Pinto mi mundo, abstrayendo experiencias de mi vida cotidiana en formas y citando a otros artistas”, contó sobre sus dibujos sobre papel de 2 x 1,52m, que de acuarelas puras viraron a técnicas mixtas.


“Tengo un banco de imágenes, con fotos que saco en la calle, graffitis, textos de la teoría queer; como un diario íntimo o bitácora, donde cada obra son canciones y cada elemento son las letras”, cuenta sobre esta “idea nueva” del pop andino, construido con elementos que forman “una narrativa de la montaña”. Allí, los cóndores, paisajes y rituales hablan de sus orígenes. “Son cosas de mi infancia, de mis abuelos de Bolivia, de mi papá de Chile, y otras tienen que ver con la construcción de mi identidad, recolectando para entender de dónde vengo”.

 


Junto a la mirada anticolonial, la visibilidad de las minorías y la fluidez de género, la producción contemporánea del arte absorbe hoy mucho de ese linaje. “Soy muy consciente de que son temas de agenda, que tienen que estar porque todo el mundo está hablando, pero yo estoy hace años y tuve la suerte de caer en este momento, en que las instituciones buscan recompensar ese daño”, agregó. “Está bueno que se pueda mostrar esa intención de honrar a las generaciones olvidadas, o relegadas al museo de antropología, y también desde la historia del arte repensar la identidad de este país”. El colorido candoroso, en su obra, no es indicio de inocencia. “Cualquier obra de arte puede ser política y tener algo de preciosismo, no solamente denuncia”, definió. “Cuando trabajo con simbologías es justamente para no hablar directamente de lo que está detrás”.


El mercado también habla. Las acuarelas valuadas en 3 mil dólares pasaron a 6 mil en ARCO y podrían estar a 12, pero en arteba se pueden conseguir a 8 mil. “Su statement es trabajar desde Buenos Aires y todo pierde sentido si no está en colecciones de acá”, reflexiona César Abelenda, su galerista. “Si fue un show en Madrid, ¿por qué no en arteba?”. En 2017 fue su primera vez en la feria. En la performance American Beauty danzaba sobre una caja llena de papas Lays, haciendo un baile caporal vestida de chola pero con el paso que hacen los varones. “Fue como bailar arriba del capitalismo –recuerda la Chola, navegando en su laberinto de sentidos–, era en cierta medida una crítica a la feria”.

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