A 23 años de la muerte de Joey: por qué Ramone y otras curiosidades del rey del punk

Su traumática infancia. El bullying en la escuela. Su precaria salud. La redención a través del rock y el por qué de su nombre. La idolatría en Argentina y los 20 años sin hablar con el guitarrista Johnny Ramone. Jeffrey Ross Hyman, conocido como Joey Ramone, nació el 19 de mayo de 1951 en el seno de una familia judía de Forest Hills, Queens, Nueva York, hace hoy 73 años. Un dato que pocos conocen, es que al nacer, tenía un teratoma adosado a la columna vertebral, por unfeto de un gemelo que no había terminado de desarrollarse. Se lo removieron con una cirugía. Pero nunca dejó de tener problemas físicos y psicológicos por aquel tumor extraño. Los seguidores de Ramones -banda pionera de punk rock que Joey integró entre 1974 y 1996 Jeffrey era un muchacho introvertido y solitario, de 1 metro 98, flaco y desgarbado, ojos miopes saltones, anteojos de muchísimas dioptrías y dentadura asimétrica. La futura estrella estudió en el Forest Hills High School, donde sufria bullying. Sus padres se

La mano de Dios: secretos de la canción que no era para Maradona y cómo su manuscrito llegó a una subasta por un millón de dólares

 La mano de Dios: secretos de la canción que no era para Maradona y cómo su manuscrito llegó a una subasta por un millón de dólares

Alejandro Romero, autor del tema, revela cómo salvó esa hoja de cuaderno escrita hace 22 años y que cambió su vida.





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Marina Zucchi


Tenía destino de tacho de basura ese papelucho manoseado, escrito con lápiz, en imprenta. Sobrevivió a cuatro mudanzas, a 22 años y a varios terraplenes emocionales. Ahora cotiza acompañado de seis ceros.

Tomó forma el martes 29 de febrero de 2000, por la tarde, en Wilde, después de un bloqueo artístico. "Dios, dame una mano", pidió al cielo un músico a punto de abandonar su vocación, y minutos después salió la primera línea de una estrofa. "En una villa nació... fue deseo de Dios". La muñeca parecía moverse sola. 

La hoja de cuaderno Arte es ahora un objeto sagrado que algún lunático podría comprar a un precio base de un millón de dólares. El pulso detrás del "papiro maradoneano" es el de Alejandro Romero, ermitaño mediático, ex cuñado de Rodrigo Bueno, músico bonaerense, autor del hit La mano de Dios, el hombre que iba a subir a la camioneta de "El Potro" el 24 de junio de 2000, pero gambeteó a la parca.

Su manuscrito llegó a la plataforma argentina de criptoarte Kephi Gallery, que incluye más de 1.500 artistas en su galería virtual. En ella circulan los NFTs (Non Fungible Token, piezas irrepetibles, únicas, insustituibles). Un experimento que se echó a rodar.
El manuscrito de La mano de Dios.
El manuscrito de La mano de Dios.

El disparate del precio no parece un imposible para Romero, que se negó durante mucho tiempo a entregar el folio que le cambió la dirección y lo llevó a creer en lo sobrenatural. El recorrido de su hoja parece un cuento fantástico, como su historia, desde Avellaneda al mundo.

"Yo tenté a los dioses para que me mandaran una señal en el momento de la escritura y siento que fue una canción asistida por algo superior, fue como jugar a los dados", explica tímido y recuerda a Doña Olinda, la vecina que había aconsejado a su madre: 'Mandalo a laburar al pibe'".
Una canción que no era para Maradona

Era el umbral del fin de siglo, año bisiesto, verano precorralito. Alejandro tenía 24 años y una "frustración", no haber creado "algo potable" o trascendente desde su primera composición, a los 11. Buscaba hacer honor a su padre, ese artista santafesino, autor, compositor, cantante, que llegó a tocar la guitarra con la orquesta de Leopoldo Federico y acompañó en ocasiones a Roberto Goyeneche, Argentino Ledesma, Enzo Valentino.

Aquel 29 de febrero había llorado un rato en su habitación, empantanado en sus pensamientos. El sueño de la música parecía tener vencimiento y se puso un ultimátum, avanzar esa semana o rendirse finalmente al mundo laboral "convencional". Fue entonces que salieron los primeros versos.
Alejandro Romero cantándole a Diego Maradona en el cumpleaños de Dalma, en la casa de Segurola, en 2002.
Alejandro Romero cantándole a Diego Maradona en el cumpleaños de Dalma, en la casa de Segurola, en 2002.

"No entendía bien lo que estaba escribiendo, ni era un tema pensado especialmente para Maradona", sorprende. "Recién a la altura de 'en un potrero forjó una zurda inmortal', entendí que era para Diego, yo estaba concentrado como en un dictado interno".

Para entonces, su hermana Alejandra era pareja de Rodrigo. El cordobés le pidió que lo acompañara a una entrevista en el Canal de la Música y allá fue Romero, con su manuscrito fresco en el bolsillo. Más tarde llegaron al departamento del cuartetero y él le presentó el tema. No olvida los ojos desorbitados de su colega, la mezcla de perplejidad y euforia.

"Fui cantando y Rodrigo salió del baño llorando y me besó. '¡Vos no sabés lo que acabás de hacer! Este va a ser mi último éxito', gritaba. Ahora lo pienso y él desde la palabra lo estaba como decretando. A los seis meses murió".

La letra del "Potro" aparece en birome en el manuscrito. Fue quien le agregó un condimento religioso, el "INRI" (la sigla latina que se traduce como Jesús de Nazaret, rey de los judíos).

"Yo escribí con lápiz porque vengo de una familia carente y porque el lápiz es un elemento que me gusta mucho. Rodrigo hizo alguna modificación, como sacar la palabra 'amarla' cuando me refiero a 'la fama le presentó una blanca mujer, de misterioso sabor y prohibido placer, que lo hizo adicto al deseo, de amarla otra vez involucrando su vida'. Rodrigo me pidió: 'Amarla, no. Nadie ama a la droga, la usa. Y así quedó, 'usarla'".
Rodrigo junto a Alejandra y Alejandro Romero poco antes de la muerte del cordobés..
Rodrigo junto a Alejandra y Alejandro Romero poco antes de la muerte del cordobés..

"El Potro" quería llamar al tema INRI o Rey de reyes y entonces hubo discrepancias. Romero buscaba la metáfora de la mano de Dios por el gol a los ingleses, pero también por su propio pedido de ayuda a Dios al escribir. Finalmente hubo un acuerdo intermedio, la canción lleva el INRI al comienzo del título, además de las cuatro palabras que eligió Alejandro.

Al final del manuscrito aparecen como descolocadas las palabras "Bulnes y Las Heras": se trata de la dirección del departamento que habitaba el cantante en Buenos Aires. 

La primera vez que Rodrigo cantó esa letra, en la disco La Mónica, en Zárate, no la sabía de memoria. Romero le hizo un "machete" y uso un "duplicado". El productor Pepe Parada, fascinado por la melodía, le pidió que le obsequiase el papel. "Ahora tengo el original de un futuro hit", se jactaba el empresario, pero no. Romero había dejado el original en su casa, en un cajón.

"Ese día algo me impresionó", confiesa, y genera un escalofrío. "En el boliche había un ataúd, Rodri hace una broma, se mete y lo cierra. Nunca pude borrarme esa imagen de él como jugando con la muerte".

El registro en SADAIC fue el 8 de marzo de 2000. Rodrigo no quiso aparecer como coautor y la canción voló en una travesía descomunal. Romero se mudó de Wilde a Avellaneda, de allí a Bernal y desde Bernal a dos casas distintas en Brandsen. El manuscrito fue salvándose de los embalajes, el caos y las mudadoras, pero no de tanto toqueteo. Tuvo que ser emparchado con cinta transparente.
El manuscrito que lo acercó a la muerte

​Nieto de Alejandro Romero, payador; hijo de otro Alejandro y hasta hermano de una Alejandra. El nombre de origen griego, popularizado en honor al rey macedonio Alejandro Magno, se repite asombrosamente en la familia Romero.



A.R no suele dar entrevistas, su voz no se conoce. De hecho se hizo ver recién pasada la década del hito. Apenas reaparece en eventos extraordinarios, como la inauguración del mural más grande dedicado a Maradona, del artista Martín Ron. Es padre de Benjamín (de 8 años) y de Ámbar (de 14) y manager de la cantante Ángela Leiva.

Días después de escuchar la canción que nunca llegó a grabar en un estudio, Rodrigo invitó a Alejandro a trabajar con él. Desde ese momento fueron carne y uña. Por entonces a "Ale" le costaba procesar lo que hoy le parece una película. "Dentro de lo caótico hay un orden y estoy convencido de que todo sucede por algo", dice con ráfagas de misticismo.

"Soy hincha de Boca, pero la verdad es no le presto atención al fútbol. Maradona es para nuestra generación el estandarte de que los sueños se cumplen, recordá ese primer video de 'mi sueño es...'. Trabajó y lo plasmó. Lo mismo me pasó a mí. ¿En serio podés creer que en una habitación de Wilde escribís una canción que canta el artista más importante y se dispara al mundo?".​

"No era mi hora", repite, el que estuvo a punto de subir a esa camioneta Ford Explorer roja que se estrelló a las 3.20 entre el kilómetros 24 y 25 de la Autopista La Plata-Buenos Aires, altura de Ezpeleta.

"Ro" era el personaje del momento, el que cada semana se teñía de un color flúor. Retornaba de un show en la bailanta Escándalo de City Bell, tenía 27 años.

"Se mató", sentenciaba el videograph común en todos los canales, con su cuerpo tendido sobre la autopista. Con él murió Fernando Olmedo, hijo de Alberto. En el asiento del acompañante iba Patricia Pacheco, ex del conductor, con el hijo de ambos, Ramiro, de tres años. 

"Esa noche habíamos quedado en que me volvía con él, y a un metro de su camioneta, me alejé, pegué la vuelta", se anima Alejandro. ¿Presentimiento, sospecha?



"Aquel día fui acompañado de una chica, vi la camioneta llena de gente y me frené. Yo tenía en mi poder el VHS de la grabación que hice desde mi casa del programa Versus de Diego y Rodrigo en Cuba", cuenta. "Como no quería que Rodrigo me pidiera el casete, me alejé y me fui a tomar mates a la casa de mi tía Marga, en La Plata. Luego pasó lo que pasó y mi familia llamó a la casa de mi tía para saber si yo estaba ahí, y me dijeron: 'Poné Crónica'".

-¿Fuiste a su velatorio?

-Sí, en Lanús, recuerdo que llovía muchísimo.​

-¿Por qué vivís como escondido, distante del éxito que es en gran medida tuyo?

​-Me llevó muchos años desentrañar lo que pasó. En mi se juega un impulso de ​no apropiarme, tal vez, de algo de lo que soy autor, porque apropiarme totalmente implicaría reconocer que detrás de esto no solo está Maradona, sino inconscientemente estoy yo cumpliendo ese sueño de "jugar un Mundial", de ayudar a mi familia...



-¿Tu silencio tuvo que ver también con procesar el duelo, con sentir que no querías "colgarte" de un drama?

-Sí, obviamente tuvo mucho que ver por una cuestión hasta de memoria, de no entrar en discusiones sobre su vida. Otra cuestión, la más significativa, fue el shock. Porque yo compartí con Rodrigo muchas noches post Luna Park donde hablábamos del futuro, de la muerte. Tuvimos charlas del orden íntimo en las que él manifestaba, no con temor sino con liviandad, la muerte, casi como un llamado. Recuerdo haberle dicho: ¿Por qué no disfrutar del éxito en lugar de hablar de la muerte constantemente? Finalmente el resultado se vio en lo real y me llevó años comprenderlo.

-¿Te sentiste huérfano laboralmente al principio?

-Recuerdo haber sentido ese efecto en aquel momento. Mis primeros pasos como músico fueron con él y obviamente estar a su lado te daba tranquilidad. Luego de su deceso se sintió algo de orfandad, no tener a ese amigo de toda la vida al que en realidad disfruté seis meses.

-Pensás en el síndrome de "la obra insuperable", en ese punto máximo y en que toda creación posterior tuya puede ser cuesta abajo?

-La mano de Dios es ese tipo de canción que por el tiempo en que se escribió, por el homenajeado y el intérprete, es no igualable, irrepetible. Ocupa un tiempo y un espacio únicos. Desde lo técnico podría decirte que mi conclusión puntual es que en el cimiento de la canción está el deseo. Tal vez el autor no ha igualado ese deseo.

-¿Al comienzo eras consciente de lo que podía representar ese papel?

-No, estaba en casa, en cualquier cajón, después le puse un folio y sin buscarlo lo fui llevando conmigo a todos lados.

-¿Alguien escuchó la canción antes que Rodrigo?

-Mi vieja. Elida, le dicen "Lita". Yo no estaba convencido, pero se la canté a ella. "Ta linda", me dijo. Me causó gracia. Yo sé que al principio no le gustó.



-¿Se te cruzó escribir ahora sobre Messi?

-Lo adoro, me parece extraordinario, pero no. La figura de Maradona incluye otras cuestiones como fue la guerra de Malvinas y tantas cosas más. Nacieron en tiempos distintos.

-Sin Maradona ya, ¿volverías a escribir sobre él, te lo pidieron o es imposible retomar el tema?

-Creo que no podría. Hay muchas cosas que no conté. La torta que Maradona sopló en su último cumpleaños, por ejemplo, se la mandamos con mi mujer. Tengo mucho por contar, pero no. Lo conocí en 2002, en la casa de Segurola y Habana, para el cumpleaños de 15 de Dalma. Cantaba Luciano Pereyra y Claudia bajó una guitarra. '¿Maestro, me canta mi canción?', me pidió. El destino me puso 20 años después en su cumpleaños otra vez, ante su mural, el más grande del mundo. Y le canté otra vez.

-¿En serio tenés fe de que puede venderse por un millón de dólares ese manuscrito?​

-​Obviamente que no hay medición material para ese manuscrito. Venderlo es algo del orden de lo imposible, pero así como mi historia tiene algo del orden de lo imposible que pasó, sé que algo va a suceder. Siendo sincero, yo no quiero venderlo, es un tesoro personal, mío, pero también es un aprendizaje desprenderse de lo que uno ama para un fin superior.

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