Black Francis considera que es mejor no tomarse muy en serio a Pixies La banda que admiraba Kurt Cobain publica un nuevo disco, “The Night the Zombies Came” y su líder dice que es vulgar “hablar sobre nosotros mismos, si somos importantes o lo que sea, solo porque sí” Por Maria Sherman Muertos vivos, restaurantes suburbanos con temática medieval, un centro comercial. Druidismo, pollos decapitados, renacimiento. Iglesia, matanza de ovejas, ciencia ficción. Estos son algunos, no todos, de los temas tratados en el décimo álbum de estudio de Pixies, The Night the Zombies Came. Una colección caleidoscópica de 13 canciones —su primer álbum con la nueva bajista Emma Richardson— que oscila entre el folk, el punk, la psicodelia y de vuelta, sin encajar nunca en una fórmula particular. En realidad, The Night the Zombies Came se desarrolla como una película: cada canción es una pequeña viñeta. El líder y artista visual Black Francis, nacido Charles Thompson, dice que eso se manifiesta especialm
Entre las aguas de dos océanos, o entre dos paradigmas, como dirían los teóricos. La histórica Mal de Parkinson
no desconoce su pasado analógico. Ese tiempo en el que tuvieron que
construir a su público de manera artesanal (afiches, pegatinas y
fanzines) como les pasó a comienzos de los `90, cuando emergieron en la
escena del rock marplatense.
A pesar de ese origen manual, de tracción a sangre, la emblemática banda de punk rock navega con fluidez por las redes sociales y por las plataformas musicales
que tanto protagonismo cobraron en estas décadas del siglo XXI. Saben
que las fronteras se derribaron y que ahí, detrás de la pantalla, los
espera un público internacional que conoce su música. Por eso, no hay
nostalgias.
Con la idea de desgranar las canciones e ir subiéndolas a medida que
tengan su video en YouTube o de que estén listas en Spotify, y ya no
esperar el largo proceso de un disco, Mal de Parkinson acaba de estrenar
su nueva canción, “Hermanos del camino”.
Es nueva, pero no tanto, recuerda Manuel Domínguez, guitarrista. Nació hace “un par de años” para acompañar una historieta de Juan Carlos Quattordio
–de hecho es uno de los autores junto a los músicos-. Y gustó tanto que
terminó convirtiéndose en uno de los flamantes lanzamientos musicales
de esta cuarentena.
“A pesar de las cosas que te pasan tenés que seguir para adelante, es un poco una metáfora de este momento, en el que cada uno tiene que buscar nuevos canales para poder hacer lo suyo”, resume Domínguez a LA CAPITAL.
Además de Domínguez, Mal de Parkinson se completa con Claudio Villanueva en guitarra y voz principal, Adrián González en bajo y Sebastián Adamini
en batería. Hasta el momento, tienen “alrededor de siete discos”, una
cifra imprecisa teniendo en cuenta las reediciones y los incunables.
-Ya no esperan tener un disco y lanzarlo, van dando a conocer sus nuevas canciones, una a una. ¿Les gusta esta forma?
-Ya hace tiempo que empezamos con esta forma porque es una
comunicación más rápida con la gente. Para hacer un disco tenés que
hacer diez temas, grabarlos, editarlos y termina siendo un proceso más
largo. Ahora tenés el video y la canción y los subís. Y te sorprende
analizar las estadísticas de dónde es que te escuchan más o quiénes son
los que te escuchan, las edades. Por otro lado, la oferta es tan grande
que es difícil ganar público nuevo.
-¿Y en dónde y por quienes son más escuchados?
-En Mar del Plata, Buenos Aires, Neuquén, Rosario y La Pampa dentro
de Argentina y en España, Chile y México. Y nos escuchan personas de
entre 23 y 24 años a 45, que es nuestro público.
-¿Qué visión tienen desde el punk del auge, crecimiento y esplendor que tienen las redes sociales?
-Las redes sociales son una buena herramienta, antes para informar
sobre un recital tenías que hacer afiches, publicidad en alguna radio…
Ahora se promociona todo en las redes. Nos sirven las redes. Antes, el
casette fue el arma del punk. Pasaba de mano en mano después de un
recital. El casette viajaba a otro lado, se hacían copias y así te
hacías conocido. Así pudimos viajar a diferentes lugares de la
Argentina. Había grabaciones que ni nosotros teníamos, se ve que iban a
los recitales con grabadores y después desparramaban la música. Eso
pasaba en el punk, por ahí con otro tipo de música no, porque había
exquisitos que buscaban un mejor sonido, pero acá era conocer la letra y
lo que decía la canción. Era todo muy artesanal, el casette, el
fanzine…
-¿No hay nostalgias?
-Te estoy hablando de cosas que pasaron hace veinticinco años y a mi
me parece que pasaron hace dos o tres. Me voy adaptando a lo que viene.
Me gustaba aquello y me gusta esto que pasa ahora, que podés escuchar a
bandas de cualquier lugar del mundo. Es como un sueño.
(*) La fotografía de esta entrevista es obra de Lady Mukita.
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